Parte 42

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—Cielo -/— May entró casi apresurada por el pasillo del hospital. Al verla me levanté del asiento y la abracé — ¿Qué fue lo que ocurrió?

—Comió nueces — detrás de May apareció Dominic con los gemelos y Paddy.

—Fue mi culpa, yo le dije que comiera

—Oh, no. Está bien. Tu no lo sabías — May se separó de mi para ir a abrazarlo.

—¿Qué dijo el doctor? — preguntó Dom

—Aún no nos han dicho nada.

Todos volvimos a sentarnos en la sala de espera. Yo tenía la cabeza apoyada en el hombro de Tom y el apoyó su cabeza en mi cabeza.

—¿Familiares de David Evans? — un hombre con una bata y una tabla en su mano salió de una de los puertas del lugar.

—Nosotros — todos nos pusimos de pie, el doctor al ver la cantidad de personas alzó sus cejas en sorpresa

—¿Cómo está doctor? — preguntó May acercándose más a él.

—Ya está estable. Pudimos contra restar la reacción alérgica. Su garganta aún sigue un poco inflamada, tal vez le cueste hablar por un rato pero puede respirar bien. En un rato podrán verlo — el doctor se giró para regresar por las puertas de urgencias.

Todos nos quedamos mirando como el doctor desaparecía detrás de esas puertas.

—¿Entonces no puede hablar? ¿Eso es algo malo?

—¡________! — May me miró en reclamo

—Ya, perdón — alcé mis manos en el aire. Tom solo apretó los labios para evitar reír.

Después de varias horas pudimos llevarnos a David de nuevo a la casa. Como dijo el doctor, su garganta estaba inflamada así que el no tenía muchos ánimos de hablar o comer.

Paddy, como el hermanito de aventuras que es, lo ayudó en todo y lo acompañó para que no se aburriera. Algo que me causó mucha ternura, a pesar de que son unos pequeños diablitos.

Al cabo de un par de días después, David ya estaba como nuevo, parlanchín y bromista.

May por otra parte no iba a pasar por alto esta situación, así que puso una queja en la escuela para reclamar sobre el hecho de que le dieran Muffins con nueces a todos los estudiantes, sin preguntarles antes si tenían alguna alergia o no.

Dramático para mi gusto, pero lo entendía.

—¿Me traes un poco de jugo? — sonreí dulcemente. Tom me sonrió de lado y negó con su cabeza divertido.

Levantó mis piernas para poder levantarse del sofá y las dejó de nuevo en el sillón.

Al entrar a la cocina y abrir la nevera, un sobre cayó de encima de esta. Tom se agachó para recogerlo y miró la carta.

—¿Qué es esto? — preguntó Tom saliendo de la cocina. Me senté en el sofá para verlo y apenas vi lo que tenía en sus manos, me acordé de lo que era.

—Oh, si. Te llegó una carta — el me miró con obviedad y yo solo encogí los hombros

—¿Hasta ahora me lo dices? Tiene fecha de hace una semana

—Lo olvidé, con todo lo que pasó con David ni siquiera sabía que estaba allí.

—¡No puede ser!

—¿Qué?

—Es de Clark Mac-Millan. 

—¿Quién?

—Lucas lo dijo pero yo ni siquiera le creí, no pensé que fuera verdad y...

—Tom, solo ábrela — me miró con terror para luego comenzar casi a despedazar la envoltura. El comenzó a leerla bastante rápido ya que sus ojos se movían a cierta rapidez. Luego, me miró anonadado. — ¿Y bien?

—Creo que... creo que tengo trabajo — lo miré sin entender mucho, así que me paré del sofá y me acerqué a él para tomar la carta y leerla.

—Vaya, el teatro de New Amsterdam — Tom asintió frenéticamente — Esto es en Nueva York — comenté

—Si, Mac-Millan es dueño de uno de los teatros más grandes en Nueva York, ¿entiendes? ¡Y me quiere a mi!

—Eso es asombroso. Pero, ¿Nueva York? — su sonrisa desapareció al ver mi expresión no tan convencida.

—Me graduaré en un par de meses, y esto es todo lo que siempre he querido, ¿No estás feliz por mi?

—No, digo si... Claro que estoy feliz por ti. Pero, ¿Nueva York? — Tom se quedó mirándome sin expresión alguna, como si hasta ahora se diera cuenta de lo que quería decir.

—Es la única oportunidad que tengo y no la quiero desaprovechar — eso sonó casi en súplica, lo cual me hizo sentir como una egoísta.

—No dije que lo hicieras. Sé lo que esto significa para ti. Pero, ¿que pasará con nosostros?

—¿Por qué nos afectaría? 

—Bueno, eso está un poco lejos de aquí — salió casi en susurro.

—Tu también te vas a graduar. No es para toda la vida.

—Si Tom, en un año y medio — interrumpí 

—Podemos irnos juntos, una vez termines puedes mudarte conmigo...

—Tom, ni siquiera preguntaste si yo quisiera irme, solo lo estás asumiendo — Tom me miró frunciendo el ceño unos segundos, se apoyó contra la mesa y suspiró pesadamente.

—¿Por qué no quisieras? Allá tendrías una oportunidad también, Nueva York es la ciudad de las oportunidades y sobre todo estarías conmigo, ¿no es lo que quieres?

—Tom, que te quiera no significa que mi plan de vida sea ir detrás de un hombre.

—No se trata de eso, se trata de...

—¿Todo bien por aquí? — Dom apareció por la puerta principal. Ambos giramos a verlo.

Hubo un silencio casi tajante por unos segundos.

—Si, perfecto — Tom tomó su carta y subió por las escaleras sin decir más.

Dominic lo siguió con la mirada un tanto confundido y luego me miró esperando una explicación.

—Fue un dia agotador — sonreí apretando los labios.

El asintió quizá no muy convencido pero lo suficiente para que siguiera a la cocina sin preguntar más.

Parece que los problemas nunca faltan en esta casa. Nunca faltan en mi vida.

A prueba de amor (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora