13.

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—Tom...—le dijo Helena al día siguiente apareciendo por la cocina mientras llevaba la misma ropa de ayer —no me despertaste.
—hola Helena—le dijo revolviendo una paila con huevos. No la miro, si la miraba sabía que recordaría lo que sintió ayer al verla dormir—era tarde. No iba a enviarte a tu casa a esa hora. Siéntate, el desayuno está listo.

El desayuno fue divertido, pero Tom trato de no mirar tanto a Helena a los ojos... lo de ayer había sido extraño y no quería que volviese a ocurrir. Solo amigos cuando estuviesen solos.

—no puedo creer que navidad sea en 5 días Tom—le decía mientras movía las manos con entusiasmo, mientras Tom conducía a casa de Helena.
—¿te gusta la navidad? —le dijo sin apartar la vista de la carretera. Estaba nevando, típico de diciembre.
—claro Tom ¿a caso a ti no? —le dijo aún emocionada.
—claro que si —sonrió.

Cuando llegaron Helena lo invito a pasar a su departamento, como ya estaban siendo amigos, planeaban una pasar los días libres de Tom juntos. Así el podía ver de cerca cómo la panza de Helena crecer, ayudarla y cuidarla en lo que necesitara, pues su embarazo era de alto riesgo, aunque Helena hiciese como que no era así.

—¿cuantos años tiene este viejo?—le preguntaba Tom desde el sillón, mientras acariciaba a Otto que roncaba feo.
—este verano cumple 11 años —los miraba con ternura desde el otro lado de la sala—no lo digas Tom, ya se...

El no dijo nada, pero le sonrió con ternura. Otto estaba tan viejo que su respiración estaba cada vez más complicada. Helena lo llevaban constantemente al doctor, era su bebé.

*
—no tengo ganas de cocinar —le dijo, veían la tele en el sofá de Helena, era hora de almuerzo y Tom aún no se marchaba —podríamos pedir pizza...
—¿estas antojada? —rió, sin apartar la vista del televisor. Ella asintió e hizo un "ajá"— entonces está bien...
—con camarones por favor —se volteo a mirarlo con una sonrisa, como una niña. Tom negó con la cabeza y rió, era increíblemente tierna cuando quería.

Cuando el almuerzo llegó, Helena quedó babosa... eran las mejores pizzas de Nueva York, con extra queso y camarones gigantes.

—está increíble Tom —este la miraba con atención. Helena sin darse cuenta había comido 5 trozos, mientras Tom aún iba en el segundo— de verdad gracias.
—son mis favoritas —le dijo mientras se acercaba a ella por sobre la barra de la cocina —ven aquí, tienes....comida en...—cuando toco la comisura de sus labios, una corriente le dio en los dedos.
—¡ay! —se quejó Helena — ¿que fue eso? —pues electricidad.

El almuerzo fue divertido, juntos si que la pasaban bien. Noche buena era el jueves y ya era martes.

Helena y Emm andaban en el centro comercial viendo las últimas compras que debían hacer. Pasarían navidad juntos los cuatro. Pero Helena ni Tom lo sabían...

—¿crees que deba hacerle un regalo a Tom? —le preguntó Helena— este... no lo conozco tanto, no sé que podría darle.
—Dale un libro... no lo sé. Le gusta leer, ¿lo sabias?
—si... creo —dijo dudando mientras veía una librería frente a ella— digo, cuando recién nos veíamos, siempre estaba leyendo... gracias Emm—le sonrió agradecida. Caminaron juntas hasta la librería, Helena no sabía que regalarle...

Buscó por largo rato, mientras Emma veía libros de cocina, su búsqueda cesó cuando encontró un libro titulado "War Horse" del británico Michael Morpurgo.
Segunda Guerra Mundial ¿era algo que Tom probablemente leería o no? Claro que si, era tan intelectual, que de seguro estas novelas le encantaban. Además, algo dentro de ella le dijo "cómpralo. Hazlo"

Así que lo hizo.

—tome este...—le mostró Helena a su amiga el libro que traía una tapa dura, como si fuese forrada en cuerpo, con un lomo precioso. Emm sonrió, sin embargo no le dijo ni nada.

No nos conocemos. (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora