24.

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—¡llegue cariño! —se escuchó la voz de Tom desde el primer piso, acompañada por el ruido de las ruedas de su maleta —¿estas por ahí?
— ¡Tom! Si, estoy acá arriba —le respondió mientras daba un brinco de la cama, emocionada por escucharlo— ya voy, ya voy —le avisaba emocionada mientras se apresuraba a vestir la bata de levantarse para ir al encuentro de Tom.
—cuidado cariño, no vas a tropezar —le pedía mientras subía el último escalón de la escalera con la maleta a cuestas.

Cuando Helena salió de la habitación arreglando el nudo de su bata se encontró de frente con Tom quien traía consigo una sonrisa dibujada en el rostro, por verla de nuevo. Ella corrió a sus brazos, pues diez dias sin el habían sido más que suficientes para extrañarlo de manera sobrehumana, luego de haberse confesado enamorados el uno al otro la ultima noche que pasaron juntos antes del viaje de trabajo de Tom.

—esa panza esta mucho más grande, ¿no crees? —le dijo Tom acariciando la panza de embarazada de 22 semanas que Helena traía consigo, y que se notaba por donde la mirasen. Ya no era como antes, esa panza ya estaba ideal para usar los ascensores y la filas preferenciales en el super.
—Pero Tom solo te fuiste un par de días —se burlaba Helena mientras parada junto a él, preparaba unas tostadas para el desayuno — digo, no es que sean pocos días, porque también te extrañe y se me hicieron eternos, pero Summer no ha crecido nada...—le justificaba mientras ponía un poco de mermelada a sus tostadas —¿quieres con mermelada? —le preguntaba a Tom que figuraba sentado cerca de ella en uno de los taburetes de la barra de la cocina
—gracias cariño —asintió por las tostadas —¿te preparo chocolate caliente? —ella afirmo con su cabeza —perfecto —se puso de pie y beso su frente para caminar hasta el agua caliente— yo también te extrañe...—Helena dejó escapar una tierna sonrisa de sus labios al escuchar eso mientras preparaba más tostadas para Tom.

La mañana transcurrió tranquila, Tom le contó a Helena sobre las grabaciones mientras tomaban el desayuno y luego cuando veían la tele discutieron un poco sobre cosas de la casa. Helena ya vivía ahi y la verdad es que se sentía un poco incómoda sin compartir los gastos de lo domestico con Tom, pero el se rehusaba rotundamente a compartir esos gastos con ella.

—no hay necesidad Hel, es enserio —le negaba con la cabeza mientras le acariciaba el cabello —me parece que esta bien así..
—claro que no —le respondió mientras dejaba la posición de acostada y se sentaba junto a él para mirarlo a los ojos— necesito sentirme útil, ¿es muy difícil de entender? No quiero que te ocupes de todos mis gastos ni quiero vivir aquí como una visita. Me invitaste a vivir contigo para compartir la vida y....—por alguna ridícula razón sus ojos se habían tornado brillantes como si estuviese a punto de largarse a llorar. Probablemente eran las hormonas del embarazo.
—cariño, por favor— Tom la detuvo cuando vio que sus ojos estaban por reventar en llanto— lo podemos hablar luego ¿si? Debemos verlo bien, prometo que lo aceptare —y la abrazó de manera delicada para evitar que se largara a llorar.

Que tontería, cualquier otra mujer aceptaría feliz vivir sin pagar cuentas de absolutamente nada en la casa gigantesca de su novio millonario, pero Hel no, ella no quería deberle jamás nada a nadie y sabía perfectamente que se historia con Tom, y como había llegado a vivir junto a el, no había sido precisamente por la entrada romántica.

Helena sabía que al principio de todo esto, Tom la había recibido y cuidado por ser un caballero, por sentirse responsable con ella y con el bebé que esperaban, pero no porque sintiese amor por ella. Si ahora algo como eso sucedía, era por el tiempo y la convivencia, pero lo de ellos había partido de otra manera, como un par de copas de más y un descuido de una noche.

—¿que piensas? —le preguntó Tom cuando la vio sentada junto a la cama, mirando la nada mientras el desarmaba la maleta.
—no es nada, que ya traigo hambre —rió un vez que el la saco de sus pensamientos — creo que debería ir a preparar el almuerzo, es hora de comer.
—¿te parece si mejor vamos a comer fuera? Hace un tiempo que no vamos de cita —le sonrió, y ella asintió. Cuando Flora no estaba, casi siempre ella cocinaba y ahora que la panza estaba más grande, muchas ganas de experimentar no le daban— perfecto, abrígate cariño, que aun el invierno no se ha ido del todo ¿vale?

No nos conocemos. (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora