14.

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—es perfecto Helena, gracias —le dijo cuando se separó de ella— de verdad, gracias—sonrió mientras tomaba una de sus manos.

Helena quedó perpleja, no entendía que pasaba ¿por que la había besado? ¿Que acababa de hacer? Solo atinó a sonreírle de vuelta, pues el regalo le había gustado y eso era lo único que importaba.

—¿tienes planes para hoy, Hel? —le preguntó Tom mientras lavaba la loza del desayuno.
— solo avanzar en el trabajo ¿por que? —le respondía ella mientras veía la televisión del otro lado del departamento
—pues para pasar el día conmigo, había pensado que podías venirte con Otto este fin de semana a mi casa ¿qué dices? —le decía secando los platos.
—no lo sé, ¿no vendrá tu familia, Tom? —le preguntaba sin apartar la vista de la tele. 
—bueno, eso... —luego de haber secado los platos camino hacia el sofá donde estaba Helena y se hizo un espacio junto a ella— vendrán para Año Nuevo, quiero que pases esos días con nosotros también ¿qué dices? —Helena lo miro con los ojos como platos. ¡Que vergüenza!
—Tom no ¿cómo crees? —le respondió con el ceño fruncido— pasa Año Nuevo con tu familia, yo lo pasaré acá en mi departamento...
—¿sola? —le preguntó Tom mirándola con preocupación —por favor Hel, vente conmigo hasta el próximo fin de semana, pasa las fechas conmigo... mi familia te adorará, ya verás...
—Tom no, no se tomarán bien esto...
—necesito que te conozcan, estoy segura que te amarán, además no quiero que pases sola estos días—le pidió— vamos ¿puedes?

Helena lo pensó unos momentos, con Tom ya eran amigos, el la respetaba y la cuidaba, la hacía reír tanto... sobre el beso de hace un rato ¿qué podía pasar? Nada. Solo fue un beso...

—voy solo si prometes que me llevarás desayuno a la cama todos los días... este bebé necesita comida deliciosa cada mañana antes de irse a la oficina—le dijo mientras apuntaba su panza que recién se notaba.
—genial, puedo llevarte a la oficina todos los días ¿qué dices? —le dijo entusiasmado. En realidad le hacía ilusión pasar con Helena este fin de año, pasar con ella todos los días eran increíbles...

Sin darse cuenta, Tom se estaba acostumbrando a la compañía de Helena, a tenerla cerca y ver crecer esa panza cada semana. Ya tenía 13 semanas y se asomaba lentamente bajo su ropa, la cual ya se hacía pequeña para ella. Tom quería que Helena estuviese en su casa, o él en el departamento de ella, eso daba igual, lo que necesitaba era que sus ojos alcanzaran a verla y que su risa estuviese lo suficientemente cerca para oírla.

—no puedo creer que me hayas convencido a venir Tom —le dijo ella mientras bajaba del auto y caminaba a la entrada de la casa de este.
—los desayunos serán deliciosos, lo prometo—le dijo con una sonrisa triunfante mientras bajaba la maleta del auto.

La casa de Tom estaba helada, pues este había salido de ella el día anterior y no había vuelto, aún así parecía hermosa, era grande, estaba bien decorada, era todo un sueño.

—dormirás en mi cuarto, sígueme —le dijo mientras caminaba en el segundo piso con la maleta tras él.
—no es necesario Tom, puedo dormir en la habitación de invitados— le respondió mientras caminaba con Otto en sus brazos.
—nada de eso, ven.

Tom acomodó la ropa de Helena en su armario, haciéndole un espacio entre sus trajes, dejó cada prenda de ella bien doblada y ordenada, mientras ella lo miraba tiernamente sentada en la cama.

—es tu casa Hel, ahora iré a la ducha. Necesito cambiarme esto —le dijo con una sonrisa apuntando al traje que traía desde la noche anterior en la cena de Zac y Emm— espero no te moleste verme en toalla al salir—le dijo con tono travieso.

Cuando Tom salió de la ducha Helena estaba mirando por la gran ventana que daba hacía el inmenso patio de la casa. Estaba todo nevado y Nueva York se veía lejos.

No nos conocemos. (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora