23.

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El día que Tom se fue, Helena sintió la casa vacía, pero la compañía de de Flora y los animales de la casa la hacían sentir un poco mejor.
En la mañana se despidió de Tom casi dormida, en bata caminó sonámbula hasta la puerta para despedirlo con la mano y un beso, luego de eso, su panza de embarazada le dijo "vuélvete a la cama" y le obedeció.

—te voy a extrañar —le dijo Tom luego del beso con el que se despidió—escríbeme aunque sea por algo insignificante, por favor.
—y yo a ti—le respondió Helena parada en el umbral de la puerta, con los ojos entrecerrados —lo haré.

*
Habían pasado dos días desde que Tom se había ido a Los Ángeles, y estaban en comunicación casi todo el día, se enviaban mensajes por WhatsApp, se llamaban por teléfono, se enviaban fotos y hacían videollamadas en las noches.
Helena había estado trabajando desde casa de Tom, le enviaban todo mediante correo electrónico y eso la mantenía bastante ocupada y entretenida, sobre todo en las noches cuando Flora se marchaba de casa.

—hasta mañana mi niña, le dejé un trozo de pie guardado en el refrigerador.
—gracias Florita, descansa.

Y así, la casa se sintió vacía esa noche otra vez.
Estaba solo Hel y las mascotas, que dormían plácidamente cerca de la chimenea, como si el invierno no golpeara por el otro lado de las grandes ventanas.

—¿y ahora que hago chicos? Es temprano y no tengo nada más que hacer—les habló como si ellos fuesen a responderle algo—podría tirarme en la cama y ver películas ¿no creen?

Y así lo hizo, subió hasta la habitación que desde hace hace un tiempo se había convertido en suya, compartida con Tom, y se instaló en la cama buscando algo para ver en Disney+.

¿Una película donde apareciera Tom? No, no. ¡Que vergüenza le daba! ¿De verdad quería ver una película donde actuara su novio, como un Dios mentiroso?

Pero si lo hizo.
Vio Thor ese día, y le pareció una buena película, la disfruto de principio a fin y una sonrisa se escapó de sus labios cuando el rostro de su novio salía en la pantalla.
Un rato después de la película se durmió. La casa se sentía tan vacía, y ella tan solitaria, que junto con las hormonas, el resultado fue caer dormida sin darse cuenta entre las mantas de la cama.

*

—te extrañaba tanto— le dijo Hel a su amiga cuando esta apareció por la puerta vestida con un abrigo enorme que tapaba su cuerpo delgado y un pequeño bolso en que traía ropa para pasar unos días juntas— es genial que hayas venido. Dame tu abrigo para colgarlo, y deja tu maleta por ahí —le dijo apuntando junto a la fran y linda escalera de la casa.
—claro que si. Cómo Zac se fue en la mañana al rodaje, no dude en aceptar tu invitación. Esto será como en los viejos tiempos —le contestó esbozando una sonrisa tremenda desde sus labios.

El esposo de Emm se había ido a Los Ángeles, debía trabajar junto a Tom por unos días, y entonces Helena no dudó en pedirle a su amiga que la acompañara en casa por esos días. Le hacía infinita ilusión disfrutar de su compañía y cuidados mientras su panza no dejaba de crecer.

—creo que algo está mal en mi —le confesó Emm cuando estaban ambas acostadas en la cama mirando hacia el techo y riendo de anécdotas de la adolescencia con grandes sonrisas en sus rostros.
—¿qué dices? ¿Pasa algo? ¿Estás enferma?—le preguntó todo rápidamente. Su amiga había quebrado la risa del momento para hacer ese comentario de manera seria que la había preocupado demasiado.
—Zac y yo llevamos tiempo tratando de tener un bebé y no podemos —le dijo mirándola a los ojos con una pena que la delataba en la mirada. Ya no aguantaba más y su amiga necesitaba desahogarse con ella— algo está mal en mi. Creo que no puedo tener hijos.
—Emm... —la miró de vuelta con ternura, preocupada y triste. Sabía que el sueño más grande -de toda la vida- de su amiga, era ser madre. Siempre había sido así. Desde niñas— ¿pero por qué dices que está mal en ti? No será que quizás solo no han tenido suerte aun...
—no Hel, lo estamos intentando de antes de casarnos. Tomaremos hora al doctor para hacer exámenes —le contó— queremos ver si hay algún tratamiento que pueda ayudarnos.
—todo estará bien. Ya verás como mi hija tendrá pronto un amigo o una amiga — cuando dijo eso, Emm le sonrió, mientras una lágrima gruesa caía por su mejilla— vamos cariño. Estoy segura que no es nada serio— le dijo y la abrazo fuerte.

Esa noche Helena y su amiga durmiendo abrazas ante la pena que inundaba a Emma.
Era cierto, Helena era cómplice de los grandes deseos de Emm en convertirse en madre, y sabía que desde el día que conoció a Zac en el campus de la universidad, decidió que ese chico sería padre de sus hijos. Emm siempre había sido así de determinante, y Helena admiraba esa cualidad de su amiga. Era una mujer preciosa, inteligente y tenía un gran carisma con los niños pequeños, estos siempre se acercaban a ella ante cualquier cosa. No era coincidencia que haya decidido ser profesora de cursos bajos.

Helena despertó en la noche, y vio la mejilla húmeda de su amiga mojar la almohada. No podía evitar sentirse tan culpable, tan triste por ella.

Helena estaba viviendo un proceso que no había deseado jamás. Que mucho menos había esperado, sin embargo, su amiga llevaba años en dicha espera.

No era su culpa. Pero de todos modos se sentía triste.

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Un millón de disculpas por la eterna ausencia. Me encuentro escribiendo para subir más capítulos con frecuencia desde ahora 🥺 un abrazo y muchos cariños. Feliz comienzo de año para todas 💗.

No nos conocemos. (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora