Di que me quieres otra vez en tu vida

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Volkov pasó una de sus manos por su cabeza despeinándose un poco, luego se puso de pie y se quitó la chaqueta dejándola a un lado suyo, Horacio seguía mirándolo atento a cada uno de sus movimientos. Volkov se desabotonó las mangas de su camisa y se las remangó hasta el codo.

─ ¿Sucede algo? ─ Horacio no pudo evitar preguntar debido a la actitud tan extraña que tenía Volkov ─ ¿Está todo bien? me estás preocupando...

Volkov se puso de pie y se sentó a su lado, sin estar tan cerca pero tampoco tan lejos, se sentó de lado y Horacio hizo lo mismo para poder verlo directamente.

─ Yo... ─ Volkov carraspeó un poco aclarándose la voz ─ estoy hecho un lío Horacio. El trabajo que tengo es una der'mo (mierda), estoy obligado a hacer esto día tras día, con la seguridad de que en algún momento tenga que acabar con la vida de alguien más.

─ ¿Lo dices por la persona que estás buscando?

─ Da...

─ Pero déjalo... déjalo de una vez por todas, no te pueden obligar a hacer lo que ellos quieran.

─ No puedo ─ Volkov sonrió tristemente ─ al igual que tú no puedes dejar tu trabajo, estoy obligado a hacerlo, estamos en sus manos. Pero a pesar de que me queje, solo hay una pequeña parte que me alivia. Será el último, el último trabajo y seré libre, seremos libres ambos Horacio, navsegda (para siempre), para hacer lo que queramos con nuestras vidas, eso te lo prometo.

─ ¿A costa de que?

─ Vale la pena, de eso estoy muy seguro, completamente vale la pena para poder estar tranquilos. Aunque siento que la situación me desborda, en las noches casi no puedo dormir y mi mente me carcome en todo momento. Las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida llegan a mi, me envuelven en su pesar y caen como un peso que casi no puedo cargar.

─ No lo sabía... lo siento tanto...

─ No quise decirte antes para no preocuparte, tu no tienes nada que ver con mis problemas, y ya tienes suficiente con los tuyos. A veces la incertidumbre me llena y no se que decisiones tomar, pero pienso en ti y nuestro posible futuro y tengo que seguir, ya ne mogu sdat'sya (no me puedo rendir). Solo tengo una cosa segura en mi mente, solo una única luz en la oscuridad.

─ ¿Y eso es?

─ Tu. Pensar en ti, en nosotros cuando vivíamos en la otra ciudad, tu compañía constante, tus mimos y toda la paciencia que tuviste conmigo cuando empezamos la relación, como me has guiado dulcemente a poder liberar mis emociones y poder amar con libertad.

─ Viktor... ─ Horacio suspiró mirándolo.

─ Esta no es una treta para convencerte, simplemente estoy siendo sincero. Cuando no te tuve cerca pude sentir el peso de tu ausencia en mi vida y me pesó en el alma tener que separarme de ti, y la distancia contigo se convirtió en el precio que tengo que pagar por mi libertad, za nashu svobodu (por nuestra libertad).

─ No tenías por qué pagarla solo, ya te lo he dicho antes, pude ayudar... tú no me dejaste hacerlo, me negaste la oportunidad de escoger.

─ Tengo que admitir que fui egoísta, no quise que entres a este mundo nuevamente, pensé que te estaba protegiendo de lo malo, no sabía que de todos modos eras vulnerable a sus manos, a sus órdenes, quería protegerte, estabas tan feliz con tu nueva vida.

─ Lo era sí, pero al tomar esa decisión me quitaste la mayor razón de esa felicidad, tu, tu te alejaste y te fuiste, y yo volví a estar triste... lamento mucho que tu plan no haya funcionado como querías, pero las cosas pasaron así.

Al final podré ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora