Nunca te defraudaré

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─ Vale...

─ ¿Feliz por saberlo Horacio?

─ Solo... ¿por qué cambiarte el nombre? ¿por qué la necesidad de ocultar tu identidad?

La mujer empezó a reír de forma sonora, y a Horacio le dio un escalofrío que recorrió su espalda, era un sonido antinatural, forzado y nada agradable.

─ Sabes que soy una asesina ¿no?

─ Lo sé...

─ Aunque esa podría ser razón suficiente, en cierto modo hay otras. Aunque no cambie el desenlace, te lo contaré por que me has caído bien, y por que hace mucho que no hablo de mi pasado y siempre es bueno tenerlo presente, para usarlo de motivación ¿sabes? o inspiración... El tema es que mi pasado fue el desencadenante de lo que soy ahora.

Horacio se acomodó lo mejor que pudo y se dispuso a dejarla hablar, agradeció las ganas de la mujer frente suyo, ahora Sue o Danielle, de que quisiera hablar, lo sabía, los asesinos normalmente buscan que se les conozca, que se les reconozca su existencia, que sus motivaciones no se pierdan, porque al fin y al cabo, por eso hacían lo que hacían, para llamar la atención de algún modo, para sacar al mundo sus problemas y frustraciones.

─ Yo era una niña normal, con una familia normal, éramos, lo que suelen decir, felices. Un día alguien llegó e interrumpió esa felicidad, nos tomó a mi y a mi hermano, nos alejó de mis padres no sin antes matar a mi madre frente a nuestros ojos, y no viéndose satisfechos me separaron de mi hermano, nunca entendí el motivo, pero simplemente me abandonaron. Vagué por las calles hasta que pasé a estar en un orfanato, sola, sin saber qué había pasado con mi hermano y mi padre. A llegar la mayoría de edad, y sin haber sido nunca interés de una adopción, iba a ser echada a las calles nuevamente, pero llegaron a por mi ─ Danielle había empezado a jugar con el cuchillo pasando la punta por las yemas de sus dedos distraída ─ una institución gubernamental, ellos me acogieron, por así decirlo, me entrenaron en muchas cosas, como artes marciales, manejo de armas, estrategia, investigación y muchas otras cosas. No cuestioné nada, solo obedecía, no tenía muchas opciones, no tenía a dónde más ir, así que solo me quedé con ellos durante algunos años, pero siempre estuvo en mi la duda de que habría sido de mi familia. Así los años pasaron y empecé ha hacer trabajos para ellos, trabajos de inteligencia en donde podía desplegar todas las habilidades que me habían enseñado, y para lo que era muy buena, para que negarlo, pero lo que ellos no sabían era que iba a usar mis habilidades para investigar el paradero de mi familia. Así fue como averigüe el paradero de mi mi padre, resultó que él había estado dentro de la misma institución todo el tiempo, y que había sido usado para realizar muchos trabajos al igual que yo, ahí fue que entendí el por qué me reclutaron, sólo querían un arma más, con ellos, y usaron mi debilidad e inestabilidad a su favor. Luego de eso decidí encontrar a mi padre, e investigué a escondidas, tardé muchos años, en los que seguía atada a ellos, seguía haciendo trabajos de todo tipo solo por tener los medios con los cuales poder hallarlo, yo ya había perdido un poco mi humanidad, las cosas que me hacían hacer por ellos... Un día por fin tuve un rastro, logré averiguar su nueva identidad y saber dónde estaba, pero fue demasiado tarde, tan solo una semana antes de encontrarlo había muerto, en un simple tiroteo siendo superintendente de esta ciudad de mierda.

─ ¡¿Cómo?!

─ En la primera oportunidad que tuve vine a visitar su tumba, aunque no dijera su verdadero nombre en ella, sabes, él nunca tuvo la culpa de nada, las cosas que le hicieron hacer, eran peores de las que que me hacían hacer a mi, siempre fue solo un objeto para ellos, y murió defendiendo a la miserable humanidad que no se lo merece. Regresé con ellos con la intención de destruirlos desde dentro, hasta que no pude seguir más y escapé, justo después de que averigüé que mi pobre hermano había pasado casi por lo mismo, lo habían forzado tanto en cumplir las expectativas y misiones de mierda que lo arrastraron a la locura, siempre utilizándolo como objeto hasta que murió.

Al final podré ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora