No me decepciones

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─ Decirte quién soy... ¿de qué te servirá eso en la muerte? ─ le dijo la mujer.

─ ¿Servirme? de nada, pero al menos en vida, quiero saberlo...

─ Eres curioso ¿Cuál es tu nombre?

─ Horacio...

─ Mira Horacio, me importa una mierda que es lo que quieras, o con qué te consueles antes de morir.

─ ¿Por qué haces esto? ¿Por qué Dante?

La mujer cruzó sus piernas, de un bolsillo sacó un cigarrillo y un encendedor, lo prendió con calma y se guardó el encendedor nuevamente.

─ Nunca a nadie le he comentado esto, pero es cierto que nunca nadie había demostrado tu calma, solo lloraban y pataleaban para que los suelte, lo que aceleraba un poco las cosas la verdad... ¿será que no te importa morir?

─ Solo quiero saber el por qué estoy acá, entender.

─ Solo porque me das curiosidad te contaré. Yo busco gente con características particulares, personas que para mi son insoportables, estos tienen un aura de alegría y felicidad que no soporto, son personas que están rodeadas todo el tiempo de amigos... por así decirlo. Gente que normalmente está feliz y vive en un entorno protegido, que piensa que nada malo les puede pasar, y más que nada, gente que muchos podrán extrañar, gente que a sus allegados les lastime su muerte, que les cause dolor y tormento ─. la mujer intercalaba su charla a fumar con calma ─ Como te dije, tu no eras mi opción, mi presa, era ese tal Dante como lo llamas, él era perfecto, pero tu... supongo que esa gente también te extrañará y lamentará tu muerte de alguna forma.

─ ¿Por qué lo haces?

─ ¿Tienes complejo de psicoanalista?

─ Solo... solo quiero entenderte.

─ Solo quiero ver sufrir a las personas, a los seres humanos los odio en general, me repugnan. El único momento en que siento algo de paz es cuando me deshago de alguno, y cuando veo el sufrimiento de sus conocidos, sufrimiento que es poco comparado al que la humanidad me hizo sentir, no tiene punto de comparación.

─ Yo... yo no te hecho nada ─ la mujer suspiró soltando el humo del cigarro.

─ Tal vez no, pero es cosa del destino que estés acá, y que por lo que parece te ayude a terminar con tu vida. No lo esperaría, tu también te veías feliz rodeado de esa gente, esperaría que no te resignes tan rápido.

─ No me resigno, yo quiero vivir... pero entiendo mi situación, muchas veces he estado cerca de la muerte, tal vez llegó el momento, no lo sé ─ dijo Horacio tratando de lucir convencido.

─ Algo me decía que tu no eres como todos, se siente como algo en tu sonrisa faltara, como si no fuese sincera, por eso no te había escogido a ti, no eras de los que llaman mi atención, esa alegría fingida significa que algo en tu vida está mal, y yo no necesito hacer más por esa gente, esa gente se destruye sola, no se necesita mi intervención.

─ ¿Dante si?

─ Parecía sinceramente feliz con su vida, que nada perturbaba su mente.

─ Conoces muy poco a las personas...

─ No te lo puedo negar... las personas... los humanos... somos una aberración en este mundo. Pero es suficiente de mí, cuéntame tú, tal vez hay algo en tu vida que sea rescatable, que me sirva como consuelo al haberme equivocado.

─ ¿Quieres decir si hay algo bueno en mi vida? ¿Algo por lo que sienta felicidad? ─ dijo Horacio interpretando las palabras de la mujer.

─ Exacto, algo que valga la pena destruir.

Al final podré ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora