Extra: Que me alcance la vida

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─ ¿Horacio?

─ Dime bebé...

El moreno giró sobre sí mismo dando la espalda al espejo de cuerpo entero de su habitación, Gustabo se encontraba sentado en la cama matrimonial mientras terminaba de sacarle brillo a sus zapatos formales.

─ Nunca pregunté ¿por qué el apuro? digo, solo han pasado cuatro meses desde que se comprometieron.

─ Pues... ─ Horacio giró nuevamente hacia el espejo y se enfocó en la tarea de anudar su corbata como había visto en un tutorial ─ solo no quería esperar más, ya no tenía sentido.

─ ¿Tú o él?

─ Ambos.

─ Digo... no es como si estuviesen apresurados por querer... emm consumar el matrimonio.

─ Ja Ja, que gracioso ─ Horacio terminó de anudar la corbata y la miró ladeando la cabeza concentrado ─ Solo queríamos empezar de una vez nuestras vidas, como familia, ahora que tenemos la libertad para hacerlo, eso es todo ─ satisfecho volteó y sentándose al lado de su amigo se colocó sus propios zapatos ya lustrados, le parecía que su matrimonio, al menos era una buena razón para usar ese incómodo tipo de calzado.

─ Pues bueno ─ Gustabo se puso de pie y alisó su pantalón ─ solo espero que me den sobrinos lo antes posible, no nos estamos haciendo más jóvenes y tenemos nuestros años encima.

─ Ya se verá, se verá, paciencia ─ Horacio ató su segundo calzado y se quedó mirando sus dos pies.

─ ¿Todo bien? ─ el rubio al notar su ánimo algo extraño se paró delante de él esperando que lo mirara.

─ ¿Tú crees que...?

─ Mira, si me preguntas si dudo que el novio ese tuyo se presentará en la ceremonia, mi respuesta es no, está más loco por ti de lo que es posible, lo sé, han sido muchos años conociéndolo y bueno, de eso puedo estar seguro ─ Gustabo observó como su amigo sonreía y soltaba el aire que estaba reteniendo ─ Ahora, si me dices que cambiaste de opinión y que quieres escapar de la ciudad también lo acepto, tengo el tanque lleno por si esto llegaba a ocurrir.

─ ¡Gustabo! ¡¿Cómo crees que le haría eso?! ─ Horacio se puso de pie y le dio un pequeño golpe en su brazo ─ Solo estoy nervioso, eso es todo.

─ Pues yo solo lo ofrezco por si acaso, nunca se sabe.

─ Nada... no pasa nada. Solo... ─ suspiró ─ jamás pensé sentirme tan ansioso y tenso... y nervioso... también abrumado... y...

─ ¿Cachondo?

─ Joder... no se puede contigo. Solo siento que esto no es real, que en cualquier momento me despertarán, y estaré secuestrado nuevamente ¿entiendes? que me vaya a casar es... irreal... demasiado perfecto para alguien como yo, y que sea con el amor de mi vida... es casi imposible de creer... Es que mira, ¿te acuerdas cómo fueron las cosas? es Volkov... que me corresponda ha sido casi inaudito, siento en parte que lo estoy obligando a esto y no es justo para nada.

─ Me parece recordar que fue él el que te pidió matrimonio.

─ Si pero...

─ Pero nada, si hay alguien a quien no se le puede obligar ha hacer algo que no quiera, ese es Volkov.

─ Tengo miedo Gustabo... nada ha sido fácil hasta ahora, y no lo será... pero siento que con él, a pesar de todo podré ser feliz, pero seré yo lo suficiente...

─ Te lo mereces Horacio, eso y más, créetelo, ese hombre está ahí esperándote y a estas alturas de seguro que te esperaría toda una vida si se lo pides.

Al final podré ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora