Al final podré ser Horacio

Te tengo a ti, hermano

Horacio se sentía cansado, pero más que cansado, frustrado. Había pasado una semana desde que se escapó de la asesina, de Danielle. Su pierna se había recuperado rápido, tan solo le quedaba un leve dolor que podía evitar usando una muleta, pero sabía que con una semana más de descanso, podría volver a su estado natural, para poder salir a patrullar y correr en la ciudad a por los malos, a por ella.

Luego de la información que había brindado, fueron a buscar la cabaña y las zonas aledañas, pero no había nadie y ninguna pista que les acercara a su paradero, pero eso era de esperarse, Horacio dudaba haberla matado de un cabezazo, y seguro tan pronto despertó decidió huir del lugar.

Habían estado buscando en toda la ciudad, ahora con más pistas sobre su apariencia, pero también sabían que eso era capaz de cambiar y que no estaban tratando con cualquier persona, Danielle estaba entrenada, sumamente entrenada para poder camuflarse y ser impredecible, y eso hacía su trabajo mucho más complicado.

Lo único que le calmaba era que ningún cuerpo había aparecido, el número ocho, como ella misma había dicho, no apareció, no había asesinado a nadie más, y eso en parte era algo bueno, a menos que ,y era una idea que carcomía su cabeza, que no se haya rendido con su objetivo, que esperaba poder encontrarlo y acabar con su trabajo, o peor aún, encontrar a Dante, por esa misma razón Horacio no había salido de la sede para nada, y Dante nunca iba solo, en realidad nadie iba solo, solo él.

Horacio tomó su teléfono de la mesa por enésima vez esperando alguna novedad. Nada, sus mensajes y llamadas eran las mismas que desde hace diez minutos. Entró a su conversación y vio esos últimos mensajes que intercambiaron hace un par de días.

"Recuerda, cuídate mucho, toma tus medicinas y no hagas ningún esfuerzo físico, por favor... Sé que te urge encontrarla, pero en tu condición física tan solo te harás daño y puedes ser un blanco fácil, espera recuperarte por completo, o al menos un poco más. Evita frustrarte, que te conozco Horacio, no podemos hacer nada más que buscarla. Estoy usando todas mis fuerzas y mis contactos para encontrarla, sabes que no puedo quedarme con los brazos cruzados, y menos después de lo que te hizo, de lo que casi te hace... confía en mí. Sabes que te amo ¿cierto?, no hagas ninguna tontería si tu a mi... me amas, por favor cuida de lo más preciado que tengo, que eres tu".

Suspiró viendo el mensaje, era lo único que le obligaba a quedarse quieto sin hacer nada, solo por cumplir con lo que Volkov le había pedido, cuidarse. Pero ¿quién lo cuidaba a él?, habían sido solo dos días sin noticias, pero luego de que su secuestro tenía miedo, no podía evitarlo, "confía en mí" le había dicho, solo por eso evitaba desesperarse, era Volkov, él sabía muy bien cuidarse solo, y era un profesional de primera, tenía que confiar, al igual que lo hacía en todos sus amigos y agentes, que en ese momento barrían la ciudad para encontrarla, como hacían todos los días.

Pasó el dedo por los demás mensajes, y entró al mensaje que Gustabo le había escrito hace unas horas. "No te carcomas la cabeza cabrón, estoy bien, estamos bien, es lo único que importa, tu eres mi familia, recuérdalo". No pudo evitar recordar la conversación que habían tenido días antes en ese mismo lugar, una de las más difíciles de su vida

─ ¡¿Cómo que mi hermana está viva?! ¿Estás de coña Horacio?

─ Jamás jugaría con un tema como ese Gustabo... es cierto.

─ ¿Dónde está?

─ Fugitiva ─ Horacio se enderezó en su asiento ─ No hay forma de decir esto de forma sutil, así que seré directo Gustabo. Fue ella la que intentó asesinarme, ella siempre ha sido la asesina serial que estoy buscando ─ Gustabo se puso pálido y se sentó cerca a Horacio ─ y también es la desertora que Volkov está buscando... nada bueno le pasará cuando la encontremos, nada bueno... ¿entiendes? ─ Gustabo había tomado su rostro entre sus manos e hizo un gesto de entendimiento.