Es mejor que corran...

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Horacio colgó la llamada con Volkov y guardó el teléfono en uno de sus bolsillos, dio un suspiro mirando la noche sin estrellas y luego de unos minutos observando la oscuridad sintió una presencia a su lado.

─ ¿Mago?

─ Dime Dante ─ Horacio respondió al hombre a su lado.

─ ¿Cómo te irás?

─ Cierto... ─ dijo pensando ─ me había olvidado que mi auto está en el taller... mierda...

─ No te preocupes, si quieres te presto el mío, Kathe y yo pediremos un taxi.

─ ¿Seguro?

─ Si dale, que se que no te gusta ir en taxi hasta tu casa, ya sabes, por seguridad, mejor toma mi auto y aprovechando le llenas el tanque.

─ Ya quisieras perro.

Horacio recibió las llaves del auto de su amigo, se puso el pasamontañas y luego de despedirse de todos se dirigió a este y encendió el motor. Salió de la sede del FBI y se encaminó por la carretera con calma, se sentía algo cansado pero al saber que al día siguiente vería a Volkov sintió como su ánimo aumentaba.

A mitad de su recorrido, en medio de la oscuridad, un leve resplandor llamó su atención a lo lejos, agudizó la vista y pudo ver a una mujer parada a un lado de la carretera con el capó de su auto abierto, pensó en pasar de largo unos segundos, pero esa parte de la carretera era peligrosa y tratar de ayudar no le costaba nada, ya que su humor había mejorado un poco, decidió parar y socorrer a la mujer.

Se detuvo detrás del auto estacionado haciéndose a un lado de la carretera, bajó y con un saludo se acercó a la mujer.

─ Buenas noches... ¿necesita ayuda?

─ Buenas... bueno no tan buenas, la verdad se lo agradecería ─ dijo la mujer levantando la vista y encontrándose con el rostro cubierto, hizo un gesto de retroceso que Horacio tomó como temor al verlo enmascarado, a pesar de la poca luz del lugar sabía que era algo obvio que tenía el rostro cubierto.

─ No se preocupe, no le haré daño ─ levantó las manos en forma defensiva ─ solo veré si le puedo ayudar y me retiro.

─ Está bien... confió en usted.

La mujer se hizo a un lado dejando el motor libre a la vista de Horacio para que lo revisara, este trató de ajustar su vista reducida hacia el motor e intentó ver cuál sería el problema que tendría ese auto, luego de un par de minutos no encontró nada raro y volteó el rostro para preguntarle a la mujer cuál era el problema, y se encontró con una mano frente suyo que apretó lo que parecía ser un spray con algún componente.

Lo primero que hizo Horacio fue pestañear desconcertado, se hizo unos pasos hacia atrás, la mujer le veía desde su posición con aún la mano levantada, y él se sentía cada vez más adormecido y desubicado.

─ ¿Qué... me has hecho? ─ fue lo único que logró formular.

La mujer acercó el spray nuevamente a su rostro y volvió a rociar el componente por encima de la máscara. Horacio se sintió de pronto peor haciendo que todo a su alrededor se volviera negro y perdiera el conocimiento cayendo de forma brusca al suelo.

*

Dante llevaba cerca de media hora tratando de comunicarse con Horacio, ya había amanecido, estaba en la puerta de su casa y no veía su auto por ningún lado, había tocado la puerta, lo había buscado por las afueras de la vivienda, lo había llamado cerca de 30 veces, pero no lograba tener ninguna señal de su amigo.

Ya se empezaba a desesperar y lo único que se le ocurrió fue ir a la sede del FBI a ver si ahí podía encontrarlo o averiguar algo. Cuando llegó nadie le dio razones de haber visto a Horacio desde la noche anterior y eso lo preocupó más. Unos subordinados de Horacio decidieron buscar su GPS laboral y tampoco tuvieron señales, por lo que decidieron buscar el GPS de su teléfono encontrándolo en medio de una carretera que se encontraba entre la sede y su casa.

Al final podré ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora