CAPÍTULO 1

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—Conozco mis cuentos de hadas, —le dije a mi primo. —Y allí  arriba, en esa guarida, hay una bestia. —Pete y yo estábamos en la amplia terraza del penthouse del Casino Calydon, mirando hacia una plataforma de observación aún más alta.

Estábamos ya a tanta altura, que sentí como si pudiéramos llegar a rozar la luna llena.

—¿Estás llamando bestia a Lauren Jauregui? —La expresión de Pete era de diversión, el azul oscuro de sus sonrientes ojos en contraste con su cabello rubio claro. —¿A pesar de que nunca la has conocido?

—Sí. —La lujosa fiesta de los Jauregui estaba en pleno apogeo, -la  música retumbaba y cientos de juerguistas llenaban el interior del enorme penthouse de cuatro suites, -sin embargo Lauren se había secuestrado a sí misma recluyéndose en esa terraza, aparentemente haciendo alarde de su peor comportamiento. —Y al igual que en los cuentos de hadas, tu plan es sacrificar a esta doncella. —Pete quería que fuera a tantear a la mujer.

—Ese es un argumento sin sentido. Todo el mundo sabe que no eres una doncella. 

Golpeé su brazo con mi puño. Gracioso. —Bien podría ser una doncella. Mis tres  jugadas anteriores no habían valido la pena.

—Y Lauren no es una bestia—, dijo él, y agregó, —Tanto. Apenas en absoluto.

Pete sabía todo lo que había que saber sobre la familia Jauregui. Bueno, todo lo que un estafador podría averiguar con fuentes de su elección. Como anfitrión VIP del casino, él atendía los caprichos de sus potenciales ricos apostadores, -nuestro propio hombre infiltrado-.

No sabía la cantidad de recursos que había tenido que utilizar para lograr su lujosa posición, pero durante semanas, habíamos fijado como objetivos a los degenerados peces gordos del Calydon, principalmente para extorsionarlos.

Un rizo se escapó de mi moño, y la cálida brisa de agosto lo hizo revolotear alrededor de mi cara. —Desde que empecé a hacer mi reconocimiento de la terraza, Lauren ha echado a una docena de mujeres, enviándolas a paseo.

Otro grupo de aspirantes había ascendido hace unos momentos. Cada mujer de las vegas parecía haber oído hablar de esta fiesta, -comida gratis, bebidas gratis-, y la presencia de una multimillonaria idónea.

Pete encogió sus lustrosos hombros. Podría jurar que todavía seguía creciendo a sus veintinueve años. —No te estoy pidiendo que entres en el juego—, lo que quería decir trabajar en una estafa, —con Lauren. Sólo dame tu opinión antes de que dejemos a la pandilla de los Jauregui libre para siempre.

Mitad gerente talentoso, mitad entrenado estafador, Pete nos había colocado a mi hermana y a mi en la sala VIP como camareras de cocteles señuelos de miel.

Acaten las normas, chicos, o sentirán el aguijón.

Observando a los Jauregui desafortunadamente, los tres hermanos, las dos esposas y una amiga que les seguía a todas partes como una lapa estaban acatando las normas.

No pedían drogas, y sus gustos no se dirigían hacia lo ilegal o lo inmoral. Ambas parejas casadas eran muy devotas a sus parejas. De hecho, la hermana del medio y su esposa estaban aquí para celebrar su cuarto aniversario de boda.

Sin trapos sucios, no hay dinero; Sin pecados, no hay nada.

—Además, tienes que conseguir echarle un vistazo a Lauren, —dijo Pete. —Ella será la mujer más guapa que jamás hayas visto. —Mi hermana Dinah había dicho lo mismo. Les había servido bebidas al grupo en el salón anoche.

—¿Incluso más guapa que sus hermanos? —Había pasado junto a ellos en el penthouse, un hombre y una mujer bien constituidos de pelo negro que habían estado pegados a sus encantadoras esposas.

La Estafadora (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora