CAPÍTULO 10

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La música tronaba, las luces láser atravesaban el club poco iluminado, y veinteañeros con poca ropa mecían la entrepierna a mi alrededor en la pista de baile.

La cabeza me daba vueltas, mi cuerpo se movía al ritmo del compás de las melodías de la casa.

Me encantaba mostrar mi diminuto vestido negro. Lo había diseñado con una cremallera en la parte delantera para facilitar el acceso. El material contenía un mensaje escondido, “ponte duro” traducido a una media docena de idiomas diferentes, que brillaba bajo la luz ultravioleta. Mis botas de tacón alto de plataforma se extendían hasta la mitad de mis muslos. Llevaba mis ojos maquillados al estilo glam, pendientes de pincho, y una gargantilla de neón que un tipo al azar me había dado.

Mi pelo estaba suelto y salvaje, mi disfraz de niña buena había desaparecido hacía un buen rato.

Había tenido chupitos de gelatina para cenar -¿quién decía que no eran un grupo alimenticio?- y el equivalente a una cuba de ron y Coca-Cola. Al parecer, estaba considerablemente ebria. Le había preguntado a Dinah con total seriedad, —Si somos señuelos de miel haciendo el juego del tejón, ¿somos realmente tejones de miel?

Por ahora, mi pareja de baile era un danés de pelo castaño con hermosos músculos y un Rolex en su rojiza muñeca.

Ya tenía otros dos relojes en mi bolso, mangados de un par de chicos que me habían rechazado, ganándose su castigo.

Me froté de nuevo mi nuca. Continuaba teniendo esa sensación de estar siendo observada. Tal vez un estafador me tenía en su punto de mira. ¡Ja!

Pete estaba cerca riéndose y bailando con un tipazo. Dinah estaba sentada con Benji en una de las cabinas VIP. Ellos entrelazaban sus brazos y tomaban chupitos. ¿Brindando por el próximo presidente?

Cuando recién llegamos a este club, habíamos pasado junto a una despedida de soltera. Dinah me había mirado para ver cómo me lo estaba tomando.

Hace un año, ella me había hecho una en el Caly; una semana más tarde, pillé infraganti a Brett.

Esta noche, había querido zarandear a esa inminente novia, diciéndole,
—Nunca le des a un hombre un anillo de bodas a menos que puedas estar segura de que no volverá a quitárselo. —Alerta de spoiler: con el tiempo la mayoría lo harán.

Realmente, Brett me había evitado el dolor de un divorcio.

Cuando mi mente hizo un giro hacia el dolor de corazón, pensé inmediatamente en Lauren Jauregui. La mujer que no podía tomarse la molestia de hacer una sola llamada telefónica hoy.

Tal vez tenía otra cita. Ante ese pensamiento, los celos se agitaron dentro de mí. ¿Estaba más celosa por Lauren estando con una mujer imaginaria de lo que había estado por Brett y la corista real en mi propia  cama?

La respuesta a esa pregunta me hizo sentir incómoda, así que bailé más cerca del danés. Él sonrió, pensando que me tenía en el bote.

¿Por qué no debería dormir con él? Por otra parte, ¿por qué debería hacerlo?

Él no es mi llave...

Me pasé la mano por la nuca. Maldita sea, de nuevo sentí como si estuviera siendo vigilada. Miré alrededor del club…

Perdí el aliento.

Lauren Jauregui estaba de pie junto a la pista de baile, con los ojos clavados en mí. Iba vestida a la perfección con unos pantalones negros y una almidonada camisa azul de botones, pero parecía agitada. ¿Cómo me había encontrado aquí? ¿Qué quería? Pasó la mirada sobre mí, pareciendo aturdida por mi apariencia. ¿Había esperado al ángel de la noche anterior?

La Estafadora (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora