CAPÍTULO 15

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Me podría acostumbrar a esto.

Una cálida brisa sopló en nuestra cabina, el parpadeo de la vela en la mesa. La llama se reflejaba en los ojos de Lauren, su iris luciendo como esmeraldas a contraluz.

Arrastré mi mirada de la cara de infarto para inspeccionar la pintoresca escena. Los asientos al aire libre rodeaban una piscina elegante, y cada mesa tenía una cabina privada.

Siempre había querido comer aquí, pero los precios eran exorbitantes. Los mariscos de Murano´s procedían de toda Italia y eran enviados diariamente.

Cuando la camarera en esmoquin, una pelirroja cuarentona, había tomado nuestros pedidos hacía unos minutos, me había maravillado con el menú, elegí la langosta roca azul del Mediterráneo. Lauren había seleccionado ravioli de cangrejo venecianos con alcachofas.

Me volví hacia ella. —Me estás mirando.

—Estás impresionante.

Cada vez que la sorprendía chequeándome, mis mejillas se calentaban. Para relajarme, había estado bebiendo otra vez, después de beber sorbos del delicioso vino que había elegido. Además de que estaba nerviosa por su promesa de hacerme su postre. ¿Qué había planeado para mí?

Cuando levantó su copa para probar su sabor, mi mirada se posó en sus nudillos golpeados. —¿Qué te pasó ahí?

Dejó la copa de nuevo. —No es nada.

La alcancé a través de la mesa, tomando su mano entre las mías. Cuando acaricié la piel al lado de un corte, sus músculos se tensaron y exhaló un largo suspiro.

¿Incluso un toque inocente de mí le afectaba tanto? Cómo... embriagador.

Me pregunté lo que haría si se la mamaba. Visiones de mí tomándola entre mis labios llenaron mi mente. Chupando y provocando su pene. Lamiendo su piercing de plata mientras su poderoso cuerpo se estremecía.  Volviéndola desesperada por correrse... hasta que ella estaba follándose mi boca sin poder hacer nada…

—Aguanta eso—, dijo de repente. —Sus mejillas se sonrojaron aún más. ¿En qué estabas pensando?

Solté su mano. —En esto y aquello. —Mis bragas se estaban poniendo más empapadas.

—Mataría por saber lo que estabas meditando cuándo te ruborizaste. ¿No me lo vas a decir?

—Hmm. Tal vez te lo muestre después.

—Provocadora.

Simplemente siempre. Levanté mi copa de nuevo. —Realmente no bebes mucho, ¿eh?

Sacudió la cabeza. —No me entusiasma sentirme fuera de control. Excepto durante el juego sexual contigo. Entonces quiero mantener el control, justo hasta el momento en que me lo robas.

Casi me abaniqué ante su hambrienta mirada, un espectáculo que nunca olvidaría. En la luz de las velas, ella era fascinante.

Yo no era la única que pensaba así. Dos chicas desfilaron por delante de nuestra cabina, -por tercera vez-, de forma audible suspirando por ella.

—Obtienes eso en todas partes, ¿eh?

—¿Obtener qué? —Ella no era consciente.

—La atención de las mujeres. —Yo pasaba el dedo por el borde de la copa. —¿Cuál fue tu última relación?

—Nunca he tenido una.

Esperé aquella sensación de uñas-sobre-una-pizarra, pero ella estaba diciendo la verdad.

La Estafadora (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora