CAPÍTULO 22

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—¿Qué opinas? —Le pregunté a Lauren, luciendo un bikini que había diseñado.

Ella había estado haciendo largos en la piscina climatizada, mientras yo me instalaba y me cambiaba, pero dejó de disfrutar el agua para ávidamente ojear mi bañador. Su expresión decía, ¿estás bromeando?

Un recorte en el centro de la banda-sujetador de color negro exponía mi escote. La parte inferior de tanga color rojo tenía un lazo coqueto en cada lado para un aún más fácil acceso. Me di la vuelta en círculo para que ella me viera.

Con una retumbante voz, dijo: —Creo que voy a disfrutar de estar casada, muchísimo. —Nadó hasta los escalones. —Y esta es una prueba más de que eres una exhibicionista. ¿Lo has diseñado tú?

—Sí. —Yo había metido el bikini en la maleta. —Está hecho de... —Perdí la cuenta de lo que había estado diciendo cuando ella salió del agua.

Llevaba pantalones cortos que colgaban bajos en sus estrechas caderas, un reloj de buceo y top de baño. Las gotas se escurrían sobre su cuerpo. Estaba semidura y su erección en aumento.

La imagen de ella me robó el aliento una vez más. Yo quería más de lo que me había dado, ansiaba tocar cada pulgada de ese cuerpo.

—¿Quieres algo de beber o comer? —preguntó ella.

—¿Hmm? Oh. — Unos aperitivos gourmet habían sido dispuestos en la mesa de comedor al aire libre con una presentación atractiva, junto con una cubitera con champaña. —Un poco de champaña suena muy bien.

Se acercó a la mesa, sacudiéndose el cabello de una manera tan sensual; el recordatorio de que ella era una simple mortal me emocionaba.

Inspeccionó la cosecha, y a continuación abrió la botella. Después de llenar dos copas aflautadas, me entregó una y tomó mi mano libre a cambio. —Mira la puesta de sol conmigo, moya zhena.

—¿Qué significa eso?

Me llevó a la bañera de hidromasaje que emitía vapor.

—Mi esposa.

Un vuelco de mi corazón.

—Por supuesto. ¿Por qué no? —Me sumergí en el agua caliente, sentándome a su lado en el banco. —Tus guardaespaldas no van a estar alrededor, ¿verdad? Puede que sea una exhibicionista, pero no con tus empleados. 

Ya ella había enviado al chef, al ayudante y al ama de llaves a sus casas durante un par de días.

—Entendido. Nuestros guardaespaldas tienen una casa en la propiedad, y supervisan la seguridad a través de cámaras.

—¿Cámaras? —Le fruncí el ceño por encima del hombro.

—Sólo del otro lado. Nadie puede acercarse a la casa por tierra sin ser monitorizado, pero tenemos privacidad en este lado junto al océano. Sólo hay sensores de movimiento.

—El lugar presenta realmente alta tecnología. —Antes, me había presentado a la casa. Podías hablar con ella: “Luces”, “Tengo frío”, “Música”.

Su expresión era divertida, con los ojos arrugados en las comisuras. —Bueno, soy una genio de la tecnología.

Sonreí. —Ni siquiera sé lo que solías hacer.

—Te explicaré mi trabajo pronto. Y tú puedes enseñarme sobre el diseño de ropa.

¿Estaría aquí el tiempo suficiente? Remordimiento.

Con un suspiro, me volví hacia el océano, tomando un sorbo generoso de mi copa aflautada. En este momento mi familia estaba celebrándolo con un espumoso también. Salud, chicos. Vamos Muppets.

La Estafadora (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora