CAPÍTULO 21

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—Aquí empieza la propiedad —Lauren me dijo mientras la limusina del aeropuerto privado giraba ante un camino tortuoso. 

Secuoyas gigantescas flanqueaban el camino. Su sombra era húmeda y verde, tan diferente de Las Vegas.

En cada segundo del viaje en avión hasta aquí, esperaba que lamentara su comportamiento impetuoso. En su lugar había detectado alivio. Con orgullo me había presentado -al piloto, la azafata, y sus guardaespaldas- como su esposa, Camila Jauregui. Cuando  tomó una breve llamada de Chris, Lauren había dicho mi nombre un par de veces en su conversación, su mirada cayendo sobre mí, la satisfacción llenando sus ojos.

Cuando le había dicho que su jet era lo máximo, me había corregido: —Nuestro jet. —Entonces había sugerido que me pusiera en contacto con mi familia y nos pusiéramos al día mientras que ella hacia un par de llamadas de negocios.

¿Para administrar su imperio? Podría ser una esposa simulando apoyo. 

—Por supuesto. Tomate tu tiempo.

Furtivamente encaje una foto del anillo en el texto, a continuación, marqué nuestra línea de conferencia, manteniendo hasta el final la  conversación tan sosa cómo fue posible. Las respuestas fueron inmediatas.

Papá, Al, y Abu querían que mantuviera a mi nueva mujer y fuera una chica multimillonaria feliz.

Como había dicho papá —Jauregui está loca por ti, y trabajaremos en algo por nuestra parte. Siempre lo hacemos.

Mamá, Pete, y Dinah querían que “perdiera” el anillo, pasándoselos de contrabando. Después de todo, Lauren lo habría asegurado, y la cifra sería bastante para pagarle al cartel para siempre.

Al había estimado su valor en… ocho millones.

Una vez que la deuda fuera cuadrada, sugirieron volver a convocar todo sobre este problemático “matrimonio con una gaviota”. Debido a que estafar no era sólo un trabajo; era una forma de vida.

Benji casualmente mencionó que un acuerdo de divorcio de nueve cifras no estaría mal.

Nunca dejaría a mi familia a los lobos. Seguía habiendo dos opciones…

Ahora miré a mi esposa, sentada a mi lado en la limusina.

Se mantenía inmóvil, mirándome, recogiendo mis reacciones. ¿Cómo podía leerme cuando yo ni siquiera entendía lo que estaba sintiendo? Sólo sabía una cosa con certeza: la generosidad y la confianza de Lauren Jauregui me habían derribado.

Antes de que hubiera colgado, Abu había preguntado, —¿Dijiste la verdad cuando le dijiste que podrías amarla?

Mi cara ardía al recordar algunas de las otras cosas que Lauren me había dicho justo antes de esa pregunta (tos, lascivas, tos). Pero, una vez más, yo había admitido la verdad: —Sí.

¿Qué pasa si pierdo el anillo y gano una esposa? Entonces yo no sería tan mala persona.

Tal vez me necesitaba para defenderla a ella y a su ridícula riqueza -de la gente como yo-. Podría identificar y evitar estafas. Yo podría  protegerla.

Pero mantenerla significaría distanciarme de mi pasado y mi familia, hasta cierto punto. Gente rica y estafadores… gatos y perros.

Apenas capaz de mirarla a los ojos, me giré y contemplé el bosque.

—Creo que te gustará nuestro nuevo hogar —dijo, —pero si no lo hace, compraremos más casas hasta que te sientas como en casa.

—Has estado en silencio desde que salimos de la corte—, dijo Lauren. —Y apenas comiste en el almuerzo. —Un servicio de cuatro platos con plata y porcelana, servido a treinta mil pies. —Una vez más, me cuesta leerte. Simplemente no lo hagas… no me arrepiento de esto, Camz.

La Estafadora (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora