CAPÍTULO 11

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Lauren pasó el dorso de sus dedos sobre la línea de mi mandíbula, y luego descendiendo por mi cuello. —No podrías ser más encantadora.

Temblé mientras recorría mi clavícula. Su mano continuó bajando. Abrió la cremallera de mi vestido hasta que mis pechos amenazaron con derramarse fuera, exactamente de la forma en que me había imaginado cuando lo diseñé.

Su mano caliente se deslizó en el interior, ahuecándome. Me arqueé ante su contacto, y ella soltó algo en ruso. Podría jurar que había oído su nombre al final.

¿Estaba hablando consigo misma? Mi pregunta y la preocupación se disiparon cuando ella frotó su pulgar sobre uno de mis pezones. Oleadas de placer me recorrieron mientras rodaba el pico, pellizcándolo ligeramente. Luego más duro.

Con un último tirón, se trasladó a mi otro pecho y amasó. —Abre bien las piernas para mí.

Dejé que una rodilla cayera, abriéndome.

Recorrió con la otra mano la cara interna de mi muslo ascendiendo. Más arriba. Rozó los nudillos a lo largo de mi piel sensible. Más arriba. Alcanzó mi coño mojado. —¿No llevas bragas? —Dijo. Pensé que estaría encantada, no enfurecida. —¿Qué hombre iba a disfrutar de esta sorpresa? ¿Aquel con el que estabas bailando antes?

—Tal vez la próxima vez me llames.

—Tal vez te voy a enseñar a desearme sólo a mí. —Su expresión medio desquiciada estaba de regreso. —Soy la única que sabe lo que necesitas.

¿No había sospechado yo, que ella era mi llave? Al parecer, ella sospechaba lo mismo. —Dime lo que necesito, Lauren.

—Estoy a punto de mostrártelo.

—Pero yo quiero tocarte. —Metí la mano hacia abajo.

—Ah-ah. —Agarró mi muñeca, colocando mi mano sobre su pecho. —Esto es sólo para ti.

—Tal vez piensas que me voy a excitar tanto que no me va a importar si me follas o no.

—Quiero verte así de abandonada. —Su voz era baja, sus ojos hipnóticos. —Pero esta noche sólo voy a tocarte, Camz. Sométete a mis deseos.

Camz. El diminutivo cariñoso de mi nombre. Me pareció sexy. Ella era una profesional. En ese momento, yo anhelaba someterme a esta mujer. Sin embargo, una muestra de resistencia estaba a la orden. —¿Por qué soy siempre la que se siente vulnerable? He compartido más de mí misma de lo que lo has hecho tú.

—¿Compartir? ¿Y si te cuento un secreto? ¿Sería eso suficiente?

—Ponme a prueba y veamos.

En un tono ronco, dijo, —Me hice una paja en la limusina en el trayecto de regreso de tu apartamento. Quería tu sabor en mi lengua cuando me corrí de nuevo. Dos bombeos más tarde, eyaculé en mi palma ahuecada, lamiendo mis labios en tu lugar.

Mi aliento se estremeció abandonando mis pulmones. Repetí sus palabras: —No quiero nunca dejar de visualizar eso en mi cabeza.

Puede que me hubiera prodigado una micro-sonrisa, pero se desvaneció cuando tentó mi entrada con la punta de un dedo. —¿Lo quieres dentro? —De alguna manera se puso aún más dura debajo de mí.

—Sí —jadeé. —Sí... 

Reacomodó mi cuerpo para que ambas mirásemos al frente, mis piernas abiertas sobre sus rodillas, sus manos apoyadas sobre mis muslos. —Entonces, levanta los brazos y junta las manos detrás de mi cuello. Mantenlas ahí, sin importar lo que yo haga.

No tenía elección; obedecí.

—Buena chica. — En recompensa, hundió su dedo corazón entre mis labios empapados.

La Estafadora (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora