One Coin, Two Sides

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Tres semanas sin saber de él.

El tiempo avanzaba sin reparo alguno marcando nuevos días en el calendario.

Aquella vez que hablaron, le aseguró esperar con tal de tener una respuesta a sus sentimientos sin importar si son correspondidos o rechazados. En esos momentos donde no podía escuchar la voz tranquilizadora del rubio, prefería mantenerse ocupado en el trabajo, su hogar y la salud de su mejor amigo.

Durante las visitas que realizaba, siempre encontraba al pelipúrpura a su lado, mimándolo, embriagándolo con sus torpes broma y cuidándolo. Por lo tanto, él sabía con certeza que Ash y Eiji no hablaban, estaba dispuesto a ayudar, pero el pelinegro aseguraba que había razones necesarias para evitar apresurarlo. Después de todo, no era alguien impaciente.

O al menos eso creía.

— ¡Ustedes díganme! —reparó tropezando entre sus palabras y levantando su copa mientras la hacía sonar con el abre corcho consiguiendo la atención de todas las miradas— Nosotros nos conocimos, hablamos de cosas tan personales, pasamos tanto tiempo juntos, nos tuvimos confianza e incluso, nos besamos... ¡Y ya no me habla desde hace semanas! —exclamó golpeando la mesa con su mano desocupada.

Eiji siempre fue visto como una masita hermosa a los ojos de cualquiera.

Los que sabían su situación con el estadounidense, alegaban que era alguien muy tolerante y admirable por sobreponer la felicidad del otro antes que la suya, pero las personas que estaban presentes cuando estaba ebrio, sabían que la historia era otro.

Ver a un japonés con un enterizo fucsia de corto tamaño que acentuaba sus suaves y formadas piernas, una larga cola de color dorado como el sol mismo yendo por la tercera botella de vino rodeado de muchos hombres no era cosa de todos los días.

Sí, dijo que aguardaría al rubio, pero no podía negar que se desesperaba. Cada segundo que pasaba provocaba que pensará en la posibilidad de que Ash realmente nunca regresaría y lo dejaría con el corazón roto. No sería la primera vez, sin embargo, podía asegurar que dolería.

Esa noche, no podía aguantar más la inquietud y aceptó el trago de un cliente. Esa copa se convirtió en dos, después en cuatro y sin darse cuenta, ya estaba ahogado en alcohol. No era alguien que bebiera demasiado, siempre se moderaba, solo que las cosas se le salieron de las manos.

— ¿Cómo alguien va a dejar a alguien lindo como tú? —habló un tatuado tipo a su alrededor, los demás asintieron con determinación.

— Y si... ¿No soy lo suficiente para él? —tapó su rostro con ambas manos ocultando las pequeñas lagrimillas en sus ojos.

— Tantas personas queriendo estar contigo y ese imbécil no aprovecha la oportunidad —dijo un cliente llenando nuevamente su vaso con algo de furia.

— ¿Cómo se llama? ¿Dónde vive? ¡Vamos a partirle la cara por hacer dudar a Akiko!

— Me dijeron que es rubio —habló otro.

Todos giraron al mismo tiempo hacia un rubio joven de ojos almendrados y piel azabache que estaba en una mesa alejada de ellos.

— ¿Qué? —preguntó despavorido al ver verlos acercándose con mirada asesina a su lugar— Carajo. ¡Se están equivocando de persona, tarados!

— ¡No le crean! Mi abuelita dice que sí es él —exclamó un castaño precipitándose sobre el inocente hombre que gritaba por ayuda.

— ¡No lo hagan! ¡Es otra persona y no está acá! Demonios. Yo... —Eiji levantó su rostro y un pequeño chillido salió de su garganta causando que las lágrimas cayeran por sus mejillas— ¡Yo quiero a ese imbécil!

SUAVE LUZ [Banana Fish]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora