La ventana que se encontraba a su costado estaba algo nublada, pero eso no le impedía disfrutar de la hermosa vista que la espléndida ciudad de Nueva York podía brindarle. El asfalto y la vista se embellecían por la ligera lluvia de copos de nieve, los destellos de luces de colores se extendían gracias a aquellas decoraciones navideñas que no eran apagadas y las sonoras exclamaciones felices de esas familias que aún no estaban listas para acabar su celebración llegaban a sus oídos.
Durante todo el camino concentró su atención en la vista de afuera, o al menos eso deseaba aparentar. No podía negar que más de una vez desvió su mirada discretamente a aquel inesperado conductor para analizar cada detalle de su persona.
Era un hombre de piel blanca, pudo calcular que él era más alto cuando salió del bus a auxiliarlo en el paradero, sus ojos, aquellos que visualizó mejor cada vez que giraba a ver la calle a través del espejo retrovisor, eran como dos bellas esmeraldas incrustadas en un muñeco de porcelana y su cabello semejante al color del trigo brillaba ligeramente.
Es muy atractivo... Eso dirían otras personas.
Para Eiji, era simplemente uno más que cumplía con la apariencia del típico neoyorquino. Desde que ha llegado a la ciudad, ha visto más tipos rubios y ojiclaros que dramas de Yut-Lung... Bueno, tampoco exageremos, pero no podía negar que ha visto muchos.
En múltiples ocasiones, ha tenido pretendientes con las mismas características que aquel conductor. Cuando se mudó a Estados Unidos, ese tipo de chicos derretían su corazón con su apariencia que era nueva para él, pero después, solo veía a uno más del montón y pocas veces conseguía memorizar sus nombres.
Eiji sabía que era muy anhelado por ese tipo de razones. Al ser oriundo de Japón, era acreedor de una belleza singular y llamativa para los ciudadanos de Nueva York. A cualquier lugar que va, él destaca con ese cabello y ojos oscuros como la noche, su piel azabache, su delgado cuerpo, su "extraña" forma de hablar y su inolvidable carisma.
Aún recordaba el día que aceptó trabajar en el cabaré, muchos lo miraban curiosamente mientras que madame Lions organizaba la llegada de los nuevos. Ella tiene una costumbre que se basa en escoger un nombre para cada persona que laboraba en su lugar de entretenimiento. Se encargaba de investigar y buscar el título perfecto para cada uno dependiendo de su forma de ser y su apariencia.
Cuando llegó su turno, le había entregado un dije hecho de plata con una pequeña placa que tenía grabado Akiko, era muy lindo. Según la exuberante mujer, él encajaba perfectamente con el significado del nombre, decía que era una especial luz brillante que muchos deseaban cuidar, mientras que otros querían poseer o extinguir.
El problema estaba que, en Japón, Akiko es nombre de mujer.
Cuando Eiji se lo dijo a su jefa, ella pidió disculpas e inmediatamente ofreció mandar a arreglarlo, pero él se negó rotundamente alegando que no importaba y que le gustaba el nombre.
En su mente aún permanecía la imagen del rostro triste de la mujer.
"Hace mucho no recibes un regalo, ¿verdad?"
Él había bajado la mirada, esbozó una pequeña sonrisa y dijo.
"Creo que nunca había recibido algo tan especial."
Sacudió su cabeza al darse cuenta que se había sumergido demasiado en sus pensamientos y recuerdos, odiaba que pasará eso. Sacó su celular de su cartera en busca de algo que lo entretenga y le impida rendirse ante el cansancio. Entró a su playlist preferido "Canciones anti-asaltos" y eligió una aleatoriamente. Cerró los ojos dejándose llevar por la melodiosa voz de AJ Mitchell y su tema "All My Friends".
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SUAVE LUZ [Banana Fish]
FanfictionUn encuentro repentino. Dos personas diferentes. ¿Un bailarín exótico y un conductor de bus? Una extraña combinación, pero está bien. Al menos para ambos. © Queda prohibida cualquier copia total o parcial de la misma. NO adaptaciones. © La mayor pa...