Era otro día de trabajo, el olor a tabaco y alcohol caro invadía los sentidos cada vez más, ya que es usual que mientras más alto se encuentre la luna, más tipos adinerados entren al lugar. Podías escuchar las fingidas carcajadas de los jóvenes que sólo buscaban encantar a un señor necesitado para envolverlos y quitarles hasta el último centavo de la billetera, mientras que ellos solo buscaban una cara bonita y jovial para olvidar los estreses del trabajo y la rutina.
Aquí puedes encontrar todo tipo de personas. Desde aquel barman que llama la atención por su atractivo semblante y su hábil manera de hacer tragos hasta el zopenco que todos reconocían por sus visitas diarias y su pésima actitud al pasarse de copas.
Pero, claramente, el que más destacaba era él.
En el centro del lugar se encontraba una singular jaula, era tan llamativa y novedosa para aquellos que ingresaban al lugar por primera vez, pero emblemática para aquellos que ya recurrían al lugar con frecuencia.
Dentro de aquellas rejas, se podía vislumbrar una hermosa figura que bailaba con severa sensualidad en aquel tubo que parecía ser su única compañía. Todos quedaban hipnotizados ante su presencia ¿Cómo no hacerlo? Ese chico era diferente a los demás, mientras que otros jóvenes rogaban por atención y dinero, él simplemente pestañeaba y ya podías ver como los hombres caían ante sus pies.
Aquel mágico ser movía sus caderas mientras paseaba alrededor de la jaula dando la idea de que se tratará de un indefenso pajarito, aunque, en realidad, parecía que él intentaba seducir a aquellos feroces felinos que lo acechan como si fuera el verdadero depredador. Se deslizaba en el tubo con notoria elegancia y sensualidad al ritmo de la canción "Demons" de Jacob Lee, lo cual provocaba que muchos babearán y se hicieran mil ideas lujuriosas donde él era sus protagonista.
Su vestimenta era más que ideal, tenía puesto unas botas ajustadas hasta la rodilla, un short de cuero que remarcaba sus magníficos glúteos y una casaca abierta del mismo material provocando que las miradas recaigan en su tonificado, pero nada exagerado, abdomen. Era totalmente cautivador ante los numerosos ojos que apreciaban su belleza.
Al acabar la canción, se alzaban las decenas de silbidos, halagos y, sobre todo, las buenas cantidades de dinero a su alrededor mientras que él sonreía con cansancio y orgullo por su reciente actuación para luego, ser liberado de la jaula con la ayuda de un joven de larga cabellera que lo acompañó a su camerino.
Al llegar, se quitó las botas y se sentó frente al espejo mientras se quitaba el delineador que marcaba sus ojos grandes oscuros, esos que, a pesar de su color, brillaban con intensidad.
— Excelente espectáculo, Eiji —dijo el chico que lo acompañaba mientras se acercaba a él y se sentaba a su costado para quitarle el resto de maquillaje recibiendo así con más facilidad el inocente golpe de su acompañante.
— No me llames así —gruñó el nombrado generando una ligera risa del otro. Sabía perfectamente que Eiji odiaba que lo llamarán por su verdadero y sagrado nombre en el cabaré.
— Acá soy Akiko, así que, mientras estemos aquí, métete ese nombre por —quiso terminar su frase cuando fue interrumpido por la notoria entrada de una extravagante mujer.
Todos la conocían, era la dueña y jefa del lugar. Resaltando por su precioso cabello rubio y corto, contrastando con el tono escarlata de su abrigo y labios, la palidez de su piel y su acento originario de Rusia.
— Mi Akiko —se acercó al susodicho con su infaltable sonrisa— Luciste asombroso hoy, bueno, como siempre. No cabe duda que elegí al ideal para nuestra máxima atracción.
— Gracias, madame. Sólo hago lo que mejor sé.
— Y tú, mi bello Tian —se dirigió al joven chino.
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SUAVE LUZ [Banana Fish]
Hayran KurguUn encuentro repentino. Dos personas diferentes. ¿Un bailarín exótico y un conductor de bus? Una extraña combinación, pero está bien. Al menos para ambos. © Queda prohibida cualquier copia total o parcial de la misma. NO adaptaciones. © La mayor pa...