Claridad y paz.
Eso es lo que se encontró en primer instante.
El cielo desplegaba una mezcla de colores anaranjados y azules indicando la pronta llegada del anochecer, el viento recorría los árboles que hacían caer tiernas hojas hasta sus descalzos pies y decorar su suave cabello azabache, las bellas flores daban la bienvenida extendiéndose a lo largo y ancho de aquella colina.
Ah, era primavera.
Escuchó el canturreo animado de un ser que cruzaba por encima de sus hombros cautivándolo. Se trataba de un colibrí, dueño de un vibrante verde que se extendía por sus alas. El pequeño amigo se acercaba a su oído con la total intención de llamar su atención, el joven lo miró confundido, pero no dudó en seguirlo al ver como se alejaba con entusiasmo.
Podía sentir el cosquilleo por cada pisada a través de todo su cuerpo. Su mente no razonaba, solo quería que ese sentimiento que lo vinculaba a aquella dulce naturaleza se encargara de guiarlo a donde desease. Cerró los ojos y continuó corriendo hasta donde el oxígeno se lo permitiera.
El armonioso sonar cesó, lo cual lo llevó a abrir los parpados y empezar a buscar a la avecilla. Su vista dejó de concentrarse en la copa de los árboles para dirigirse lentamente a la persona que apareció ante él como si de un cuento de hadas se tratase.
— Jade —susurró al ver al chico de cabello rubio de espaldas que se encontraba a pocos metros de distancia. El menor al escuchar su llamado, giró a ver al emisor y sin dudar, una gran sonrisa se pintó en su rostro dando paso a que empiece a correr hacia él con los brazos extendidos.
— ¡Eiji!
El mayor solo se percató cuando el ojiverde ya lo había aprisionado en un abrazo. Sus labios temblaban, su corazón latía con fuerza y su cerebro estaba inmersa en dudas, pero cuando se encontró con el rostro del otro, solo dejó salir una corta risa y corresponder en el intento de tapar su colorado rostro.
— Eiji —dijo el estadounidense rogando por mirar esos oscuros luceros, el japonés cumplió su deseo quedando a escasos centímetros. En consecuencia, ambos entrecerraran los ojos mientras se acercaban con lentitud hasta que el menor habló sobre sus labios, sus tan ansiados labios— Me gustas, Eiji.
Y despertó de golpe.
Esa encantadora fantasía fue abruptamente interrumpida por el polvo que entraba a sus pulmones en cada ahogada respiración que daba. Podía percibir que abrir los parpados sería más dificultoso de lo imaginado, ya que sentía como un extraño líquido cayó sobre ellos y los dejó inseparables al secarse. A su mente llegaba un diminuto olor a hierro, similar al de la sangre, ocasionando que empezara a moverse con inquietud.
Sus brazos y piernas se encontraban totalmente inmovilizados por un fuerte material que los envolvía, podía decir que eran cuerdas resistentes porque al forcejear, consiguió quemar algo de su sensible piel ante la fricción.
El sentimiento de peligro se encendió en su cabeza causando que sus latidos anduvieran con demencia, logró abrir uno de sus oscuros ojos y cuando su vista se estabilizó, tembló en su lugar.
Su alrededor estaba invadido por materiales de construcción dignos de un uso costoso. El suelo y las paredes estaban desgastados, y el espacio desprendía una sensación de antigüedad con abandono, pero lo más importante, unas atentas miradas vigilaban cada uno de sus limitados movimientos.
Ante el desasosiego, empezó a arrastrarse hacia atrás con dificultad.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hago aquí? —dijo con temor hasta que un fugaz recuerdo rondó. La imagen del pelirosa se coló— ¿Dónde está Bones? ¡Bones! ¡Bones, respóndeme! —exclamó mientras alguien desde atrás tapó sus labios con la palma de su mano— ¡Déjame!
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SUAVE LUZ [Banana Fish]
FanfictionUn encuentro repentino. Dos personas diferentes. ¿Un bailarín exótico y un conductor de bus? Una extraña combinación, pero está bien. Al menos para ambos. © Queda prohibida cualquier copia total o parcial de la misma. NO adaptaciones. © La mayor pa...