La manecilla del reloj apuntaba a las 7 am.
Con pasos cansados, restregaba sus ojos a medida que se aproximaba a la habitación. Abrió la puerta con sigilo para evitar despertarlo, pero se topó con una cama perfectamente hecha, todo indicando la falta de presencia que tuvo el pelinegro desde el día anterior.
Rascó su nuca, restregó sus parpados y se retiró a la cocina. El castaño estaba dispuesto a cumplir su labor de atender a su pequeña sobrina sin preocupación alguna.
Era habitual, Eiji solía ausentarse uno o dos días, siempre por razones laborales. Debido a su puesto como bailarín exótico, debía estar afuera a altas horas de la noche y, para evitar correr algún riesgo, habían acordado que no podía regresar al menos hasta que los rayos de sol iluminaran el cielo cristalino.
Si el pelinegro no estaba, Akira y Shunichi no se alarmaban, al fin y al cabo, casi nunca pasaba en su hogar.
El mayor suspiró con simpleza, dando un sorbo de su oscura bebida amarga. Tan amarga como las emociones que después abarcarían a lo largo de su ser.
Tres anocheceres ya habían pasado.
Ninguna llamada de Eiji,
El buzón de voz,
Y ni su sombra se percibía en la entrada.
La preocupación del mayor aumentaba minuto a minuto. Había texteado tantas veces en su chat y ninguno de ellos fue entregado o recibido.
En ese momento, se maldijo por la actitud del menor. Solía ser alguien reservado con ellos, siempre con una sonrisa en los labios, pero sin decir algo realmente esencial a través de ellos. Por lo tanto, no sabía si acudir a la policía para comunicar su desaparición, puesto que podría ser parte de un cabaré de dudosa procedencia y meterlo en problemas.
"No te tienes que preocuparte por eso, mientras el dinero nunca falte y estén bien, todo va perfecto."
El joven pronunciaba cada que el castaño quería saber algo más.
Conocía lo primordial, pero los detalles se mantenían bajo candado y por primera vez, se daba cuenta del arma de doble filo que eso significaba.
Meneo ligeramente la cabeza tratando de quitar los malos pensamientos y llenarse de buenos presagios para no alarmar a la menor de la casa. Aunque su intención era la más justificada, la falta de disimulo iba en contra suya.
Akira se encontraba atenta al ceño fruncido, a las manos entrelazadas y pegadas al mentón por parte de su tío, quien permanecía pegado a la ventana en espera como si de una leal mascota se tratará. El castaño al sentir unos ojos sobre su espalda, giró el torso y vio a la inexpresiva chica.
— Akira-chan —dijo fingiendo un sonriente semblante que más parecía a una mueca ansiosa. La menor se acercó a paso ligero al lado de él sin pronunciar ni una palabra, dio un vistazo por el cristal y únicamente encontró el pavimento, las tintineantes luces y el camino despejado.
— ¿No regresará aún?
El de ojos marrones se sorprendió ante la pregunta.
— No, él tiene un asunto que ver, pero regresará pronto. No hay de qué preocuparse.
La niña guardó silencio y se encaminó a su habitación en misión de volver al mundo de los sueños, no sin antes detenerse en medio.
— No tienes que mentirme —susurró con calma— Si Eiji regresa o no, ya no es algo nuevo. Deja de esperarlo, Ibe-san —bajó la cabeza estancándose en su lugar.
Podía asegurar que Akira vivía dolida por la falta de cariño por parte de su joven tío. Ella buscaba y buscaba una mejor relación familiar con él, pero era uno de los casos donde no se podía tener éxito si no existe voluntad de ambas personas implicadas.
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SUAVE LUZ [Banana Fish]
FanfictionUn encuentro repentino. Dos personas diferentes. ¿Un bailarín exótico y un conductor de bus? Una extraña combinación, pero está bien. Al menos para ambos. © Queda prohibida cualquier copia total o parcial de la misma. NO adaptaciones. © La mayor pa...