Capítulo 49 - Ella no irá contigo.

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Gritos de agonía resonaron por todo el lugar. Addison podía sentir su garganta arder en llamas como si se hubiese tragado más de un cuchillo.
Sentía el frío calar sus huesos y su estómago contraerse ante la falta de alimentos.
No sabía dónde estaba, ni porqué su cuerpo ardía mil demonios, pero tenía una horrible sensación de muerte en su pecho.

—Debo admitir que estoy impresionado. —continuó una pulcra voz que no supo reconocer, resonando a su alrededor cual gato a punto de atacar a su presa. —Ni siquiera los mejores equipos de apoyo militares han logrado dar con nosotros tan rápido como tú lo hiciste. Lo reconozco, es un gran mérito.

Una descarga eléctrica sacudió su cuerpo con fuerza, arrancandole lastimeros gritos mientras se retorcía en su lugar. Sentía cada fibra de su cuerpo quemar bajo su piel dolorosamente, como si la hubiesen prendido en llamas.

—Y hubiese sido tan fácil acabar contigo, tan fácil como pisar una hormiga. —aseguró aquella voz con gracia. Pudo sentir su presencia justo al lado de su rostro, respirando sobre su oreja de tal manera que la hizo temblar con fiereza. —Pero sería un verdadero desperdicio, ¿no crees?

Un tortuoso grito volvió a cortar su garganta, oyendose en eco por todo el lugar. Podía oírse a sí misma suplicar porque se detuvieran.

Lágrimas bañaron el rostro de Addison con rapidez, sintiendo como entraría en una crisis de pánico en menos de un segundo. Por alguna razón, el nombre de Jesse no salió de su cabeza en ningún momento, repitiéndose constantemente en sus pensamientos y sus súplicas.

No sabía quién era él o ella, pero su nombre cargaba tanto afecto y cariño al salir de sus labios, que no pudo evitar suponer que había sido alguien importante para ella.

Su entorno aún era borroso, y no lograba distinguir dónde o con quien estaban. Las voces se oían distorsionadas, no lograba articular palabra alguna y las palabras que escapaban de su boca no eran las que ella quería decir. Era ella misma, lo sabía, podía identificar su voz entre todos los agónicos gritos, pero no podía hacer nada.
No podía moverse, no podía hablar. Era como si estuviera presa en su propio cuerpo, obligada a oír y nada más.

—Tu moriste... Yo fui a tu funeral.— se oyó a sí misma susurrar, se sentía cada vez más ahogada al punto de no poder respirar. —Fénix te mató, ¡moriste!

Las palabras carecían de coherencia en su cabeza. No lograba hallarle sentido a lo que estaba oyendo.

—Despidete de tus amados recuerdos, Addison, porque en dos horas, tú trabajarás para mí, y no volverás a saber nada sobre lo que alguna vez fuiste.

—Tal vez quieras despedirte. —continuó esa aterradora voz sobre su cabeza, con cierta diversión y maldad en sus palabras. —En dos horas, ya no quedará nada sobre lo que alguna vez fuiste, Addison...

El aire inundó su pecho con una fuerza atronadora a la vez que se despertaba. Sentía su pulso agitado y las lágrimas bañando completamente su rostro. Notó sus manos temblar mientras removía las sábanas de encima suyo.
Observó a su alrededor, asegurándose de estar en un lugar seguro.
Aún se encontraba en aquella fría habitación en el abandonado edificio. Recién eran las cuatro de la mañana y Teddy seguía durmiendo a su lado.

Descartó la idea de despertarlo para pedirle que la consolara. No era la primera vez que esa extraña y aterradora pesadilla la invadía, y él siempre pareció desinteresado en querer ayudarla. Según su novio, sólo eran ilusiones de su cabeza, nada importante.

Intentando regular su respiración y no dejar que aquello la atormentara, Addison se levantó con cuidado de la cama, colocándose los primeros pantalones que vio, y salió de la habitación con su teléfono en mano.
Como cada vez que eso pasaba, caminó hasta el garage hasta adentrarse en su lujoso Tesla rojo, dejándose descansar unos instantes antes de encender el móvil.

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