Capítulo 23 - ¡Siempre actúan como nenas de dos años!

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Un pequeño varo de metal fue a parar a manos de las hermanas Toretto cuando un extraño ruido resonó en la entrada del lugar.
Horas atrás, Addison había robado un lujoso e importante carro a un negociante desconocido en un país desconocido. A ninguna le sorprendería que fueran tras ella.

Escondiéndose tras una gran viga de metal, ambas oyeron pasos vibrar en el crudo silencio, sintiendo como más de dos personas se acercaban a su posición con rapidez.

—¿Addie?

Un aliviador suspiro se escapó de los labios de la morena al oír su nombre provenir de aquella tan conocida voz.
Saliendo de detrás del muro, se acercó a paso rápido hasta el rubio de ojos claros, envolviendolo en sus brazos con sosiego.

Aún aferrada a él, pellizco con fuerza su hombro, sacándole un pequeño quejido de su parte.

—¿Cómo se te ocurre tardar tanto? ¡Me tenías preocupada! —exclamó con molestia.

Brian entrelazó sus dedos en señal de disculpa, notando lo tensa que había puesto a su chica al haber desaparecido por tantas horas.

A un lado, Dominic se acercó hasta ella, observando a las dos mujeres delante suyo con claro orgullo.

—Mira eso— comentó con una pequeña sonrisa, tomando el fierro que aún aguardaba en la mano de Mia. —Dignas Toretto.

Ambas sonrieron ligeramente ante su comentario, y fue Mia la primera en abrazarlo, seguida de Addison, quien también le propinó un buen golpe, dejando en claro su evidencia.

Los dos hombres notaron la molestia que la menor cargaba —en especial cuando notó la ausencia de Vince—, y como buen amigo que era, Dominic decidió arreglarlo de la siguiente manera.

—Ahora están casados, así que encárgate tú.

Y con eso, caminó junto a Mia hasta el nuevo auto que residía en el lugar, dejando a Brian con una muy enojada Addison en sus manos.

—Para qué enemigos— murmuró él, encaminadose hasta la habitación en donde ambos se quedarían los próximos días.

Acercándose por detrás, Brian rodeó la cintura de la morena con sus brazos, plantando un suave beso en su cuello para llamar su atención.

—Ni lo intentes, rubito—respondió ella, ignorando sus muestras de cariño.

—Lo lamento, ¿sí? No creímos que fuera algo tan grande, ni que tardaríamos tanto. Pero estamos bien, eso es lo que importa— dijo él en un vano intento de convencerla.

Y por un segundo creyó que la cosa acabaría allí, pero no fue así.

Ella se separó con pesar de él, caminando con lentitud hasta sentarse en la cama. Brian siguió sus movimientos desde su lugar, claramente confundido por su reacción.

—No siempre van a salir bien, Brian— pronunció ella luego de un largo silencio.

Dudoso de a qué se refería exactamente, él se acercó hasta ella, colocándose justo a su lado. Apoyó sus brazos sobre sus rodillas, pudiendo así observarla mejor.

—¿Qué sucede? ¿No eras tú quien siempre decía "mientras más suicida más divertido es"? —preguntó con tenue diversión en sus palabras.

Addie exhaló con nervios. —Sí, es solo qué...

Al ver que no sabía exactamente qué decir, Brian intentó seguir con la conversación.

—Siempre hemos pasado por esto, el estar en peligro o al borde de la muerte, como quieras decirle. Es nuestra vida, vivimos al límite—comentó él.

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