Capítulo 62 - Muy mala elección, Toretto.

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Un sonoro quejido escapó de sus labios en cuanto su cuerpo hizo contacto con el frío metal del suelo.

—¡Addie!

Mia se tiró a la par suya, revisando cada centímetro de su hermana para verificar que estuviera bien.
Y ciertamente no lo estaba.

—Oh, Addie, lo podrías haber tenido todo. —comentó Manson con falsa tranquilidad, caminando en círculos alrededor de ambas hermanas, mirandolas con odio. —Una nueva vida, una nueva casa, una nueva familia. Habríamos sido tan felices sino insistieras en ser una desgraciada.

La menor de los Toretto luchaba contra sí misma para no caer rendida en ese momento. Cada célula de su cuerpo ardía con dolor y pedía a gritos un descanso.
Quería dormirse, sentía que lo necesitaba. Pero no dejaría que él, ni ninguno de ellos, ganaran ese juego.

Una pequeña y agotada sonrisa se plantó en sus labios, llamando la atención del castaño. —¿Y qué harás ahora, eh? ¿Qué es lo que sigue en tu perfecto y amoroso plan?

Manson continuó caminando cerca suyo, sopesando sus palabras llenas de gracia.

—Primero, me haré cargo del bastardo de tu hermano, y el imbecil de tu ex.

Addison volvió a reír, esta vez con más fuerza. —Ay, Tedd. ¿Si sabes que, Brian y yo, jamás nos hemos divorciado? —lo miró con burla. —Teóricamente, tú eres el ex.

El castaño suspiró con más profundidad, intentando calmar las ganas que tenía de golpearla en ese mismo instante. —Pero eso cambiará. —le aseguró, dando un paso hacia ella, observándola aún tendida en el suelo, sin fuerza para poder levantarse por su propia cuenta. —Cuando mate a O'Conner, tu y yo volveremos a ser una feliz y cariñosa pareja, viviendo en lo más recóndito del mundo. Siendo felices. —explicó con suavidad, saboreando cada dulce palabra que salía de su boca. —Me encargaré de que jamás recuerdes nada de todo esto. Y quien sabe, quizá hasta podamos traer a tu hija.

Las manos de Mia temblaron de rabia, sujetando aún el cuerpo de su hermana. Addison por otro lado, solo sonrió a medias hacia la persona que probablemente odiaba más que a nada en el mundo.

—Dudo que eso funcione. —musitó en voz baja, sintiendo su garganta raspar con cada palabra. —Jesse es una pequeña copia de Brian, ¿sabes? Lo cual es normal, porque es nuestra hija. La hicimos con mucho amor.

Sus palabras no agradaron en lo más mínimo al muchacho, y no dudó en acercarse hasta su posición y golpear su mejilla. A su lado, Mia lo empujó de inmediato, sintiendo la impotencia correr por sus venas al sentir las esposas sujetando sus muñecas, privandole de su deseo de acabar con el sujeto en ese mismo instante.

—Vas a pagar por esto, te lo aseguro.

—¿Ah, sí? —preguntó con sorna, acercando su rostro peligrosamente hacia Mia. —¿Y quién me hará pagar? ¿Tú?

Aprovechando la grata cercanía, Addison utilizó las pocas fuerzas que tenía, e ignorando el dolor que sentía en su zona baja, pateó el estómago del castaño, obligándolo a retroceder.

—Ponle un dedo encima, y te degollaré. —amenazó en un susurro, respirando con fuerza para no caer rendida.

Este solo se rió, y en un rápido movimiento retuvo sus piernas con el peso de su cuerpo, empujando a Mia lejos para que no pudiera molestarlo.

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