Melodía de dolorosas verdades y sufrimiento [Cap. 36]

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" Es durante nuestros momentos más obscuros cuando tenemos que concentrarnos para ver la luz."
Aristóteles.

Hayley

Estoy decidida a dar por finalizada esta tortura que me ha mantenido amargada y sujeta a ella en todos estos meses. Ethan tiene razón al llamarme idiota, porque lo soy, siempre lo he sido dejándome manipular por el amor profundo que le tengo anteponiendo sus sentimientos y bienestar antes que el mío, pero no puedo dejar que las cosas sigan así, no puedo permitir que este círculo siga encadenandome cada vez más. Mucho menos ir tras ella cada vez que me llama. Por eso mismo esta es la última vez que lo hago, la última vez que mis pasos corren hacia su presencia sin detenerme.

Se que no debería tomar el volante de un auto por mi sordera, y más en el estado de nervios en el que me encuentro, eso lo hace aún más peligroso porque no mantengo mi concentración firme, pero en estos momentos estoy muy lejos de ser racional pensando en mi seguridad.
Me estacionó con cuidado hasta sentir como el auto choca con la cera, llevando a mi mente hacia aquel recuerdo donde Tyler e Ethan me enseñaban a manejar. Mi hermano estaba tan asustado al tenerme al volante que no paraba de sudar mientras veía al frente y a los lados, mientras Ethan en la parte de atrás no paraba de decirme babosa cada vez que volteaba a verlo tocando mi hombro para que me concentrara. Debo suponer que ambos gritaron asustados cuando un camión de carga estuvo cerca de arrollarnos a los tres, ya que no pude escuchar que venía rebasando en la curva tan estrecha por la que estábamos pasando. A partir de ese momento y después de que ambos bajaran a  besar el suelo mientras me decían tantas cosas que no pude entender ninguno de los dos volvió a prestarme su coche, si necesitaba ir a algún lugar siempre pedía favor con alguno de ellos o llamaba a un Uber. Y no hubiera tomado "prestado" el auto de Ethan si Maia no me hubiera dicho que se encontraba tan cerca de la presentación de los chicos. Porque necesito verla, tengo las inmensas ganas de saber lo que tiene que decirme, o si se ha arrepentido de algo, aún tengo la esperanza de poder ver en ella la chispa de la chica de la que me enamoré, esa chica que me dijo que siempre estaría a mi lado, pasara lo que pasara.

Maia.

Veo a lo lejos como la silueta de Hayley se va haciendo más presencial al acercarse. Por un segundo pensé que tardaría más tiempo en venir, pero me alegra que siga siendo la misma de siempre. Siempre viene cuando la necesito o quiero hablar con ella, esa es una de las cosas que más me gusta de su personalidad, y es que sin importar lo que haga ella estará siempre para mi, al menos así es como yo lo veo.

Luce más hermosa que la última vez que la vi. Cada vez que la veo me atrapa su porte y la seguridad que tiene al caminar luciendo esas hermosas piernas largas que posee que le dan un gran molde a las curvas que posee. Pero al observarla más de  cerca noto que algo ha cambiado en ella, sus mejillas que solían teñirse de rojo ya no están, en su lugar unas marcadas ojeras se le notan en el rostro y esta mucho más delgada de lo que siempre ha sido.

"— Hola"

Me esboza una sonrisa, muy típico de ella.

"— ¿Has estado bien?"

"— Si, todo en orden."

Acomoda su cabello tras su oreja, lo que indica que está nerviosa y espera que yo continúe con la conversación. Pero ahora que la tengo aquí, no se que más decir, las palabras que tenía antes en mi boca se han ido, y al tenerla de frente no pueden salir. No puedo decirle de la nada que necesitaba verla, que la quiero y no he dejado de amarla, que quería saber de ella y como la había pasado todo este tiempo, porque yo la he extrañado. En todo este tiempo que he salido y he estado con muchas personas a mi alrededor me había dado cuenta de cuanto necesitaba de ella, de su risa, de sus malos chistes, de su personalidad, pero.... no quería traerla de regreso a mi mierda.

¿Y si hacemos música?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora