Cervatilla

Lo mejor para ella

En mi salón eramos 18, 9 chicas y 9 chicos, desde siempre se nos consideró el grupo 'problemático'. Yo era de la más 'complicada', al no haber ido nunca a la escuela ni estudiar con nadie y resultarme aburridas las clases siempre terminaba castigada por quedarme dormida.

-¡Perfecto, pero ya le dije que no es a propósito! es genético... es... es... cosa de los Nara, pregúntele a mi papá. Mi hermano se dormía todo el tiempo en la Academia y

-Señorita Shikara, ¡deje de justificarse! No se puede dormir en clase-

-No me dormí, solo cerré los ojos- respondí indignada.

-Señorita Nara, en castigo tendrá que entregarme un ensayo de 15 páginas de la historia de las Grandes Naciones- exigió la profesora.

-Esa ya me la sé- repliqué, y es que ya estaba molesta, nadie me creía que mi hermano y mi papá también acostumbraban a quedarse dormidos ante situaciones aburridas.

-¡Para mañana!- exigió mi profesora.

-¿Qué? ¡pero sensei! yo ya tengo cosas que hacer h

-Shikara ¡silencio!- exigió el prefecto golpeando mi pupitre.

-Perdón- dije y me senté.

-Castigada sin salir este fin de semana- dijo y escribió algo en su bitácora.

-De todas formas nadie viene a visitarme- respondí mientras mis compañeros reían.

-Tendrán que hacerlo, mandaré a llamar a tus padres-

-Pues ya se tardó, lo más rápido es un halcón y no creo que tengan aquí- dije confiada en que el mensaje no llegaría, apenas era jueves y las cartas tardan hasta tres días en llegar.

-Ve a empezar con lo te dijo tu maestra,¡ahora!- exigió furioso el prefecto, así que yo salí de inmediato con mis cosas rumbo a la biblioteca.

Esa fue una de las escenas más clásicas durante mi estancia en el internado, desde que entré hasta que salí de ahí a los 15.

Sin sentir mínima culpa me fui a la biblioteca, prefiero estar ahí. Me gusta aprender cosas pero quedarme tanto tiempo sentada en un pupitre mientras alguien habla y repite cosas que ya leímos, eso no es lo mío.

Tomé varios libros y comencé a escribir, estaba tan concentrada que ni siquiera noté cuando sonó el timbre del cambio de clases.

-Oye, niña ciervo. ¿Cómo vas?- interrumpió un chico poniendo unos onigiris y té verde a mi lado.

-Bien Ishikawa, ya casi termino y tú... ¿qué haces aquí?-

Ishikawa es hijo de uno de los consejeros del daimyo del País de la Tierra, su nombre se lo pusieron en honor al primer Tsuchikage. Cuando escuché su nombre pensé que también era de una familia ninja, pero no fue así, aunque medio me entiende cuando hablo de cosas de shinobis.

-Si bueno, me quedaré contigo un rato... ah y también venía a decirte que sí hay halcones mensajeros-

-¿Qué?- casi suelto el onigiri que estaba por comer.

-Sí niña ciervo, cuando me trajeron mi papá trajo uno, por aquello de las distancias. También hay otro que viene de Kumogakure, ese es el más veloz-

- ¡Ishikawa, no me digas eso! mi madre va a venir y me va a matar-

Mi amigo comenzó a reír, yo suspiré resignada hasta que...

-¿Sabes dónde están los halcones?- se me había ocurrido algo para que ningún halcón quisiera volar, al menos durante una semana.

-Sí eso... niña ciervo creo que es demasiado tarde...mira, ahí-