Capítulo 2

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Hoy es mi primer día como maestra y estoy hecha un mar de nervios. Miles de pensamientos se me vienen a la mente, algunos son negativos. Tengo miedo que los niños no me quieran.

Seré su nueva maestra por un mes. Además escuché como las madres hablaban sobre ellos, decían le hacían la vida imposible a la madre Elena, solo espero que conmigo no hagan lo mismo.

Pido a Dios que los niños me acepten y nos llevemos muy bien. Yo vengo con las ganas de trabajar y enseñarles. Quiero que me vean no solo como una maestra, también como una amiga y confíen en mí.

— No se preocupe todo saldrá bien, esos niños la van adorar — me dice la madre superiora.

Tal y como si me leyera la mente.

— Eso espero — sonrío nerviosa.
— Téngalo por seguro que así será — me contesta segura.

Entramos al salón. Los niños están en sus lugares.

Nos observan.

— Buenos días niños — les saluda la madre superiora.
— Buenos días madre superiora — contestan los niños.

Su mirada se dirige sobre mí.

— Como saben, la madre Elena tuvo que ausentarse por asuntos personales y en su lugar estará la madre Leticia, la cuál nos visita desde México— me presenta la madre .
— Hola niños — sonrío tímida.
— Hola madre Leticia — me contestan.
— Seré su nueva maestra, espero llevarnos muy bien — sonrío.
— Claro que así será madre, ¿Verdad niños? — les pregunta.

Asienten.

<<Gracias a Dios empezamos bien>>digo en mi mente.

— Son todos suyos — me dice la madre superiora.

Asiento.

— Niños pórtense bien y por favor obedezcan a la madre Leticia,.no quiero recibir nuevamente quejas sobre ustedes— les dice en modo de advertencia.
— Si madre superiora — contestan.

La madre me deja sola con los niños.

— Bien, como no se sus nombres, ¿Por qué no se presentan? — les pregunto a los niños.

Los niños asienten y se presentan uno por uno. Yo estoy feliz, hemos empezado muy bien.

Doy inicio a mis clases explicándoles como será mi manera de trabajo.

Se llega la hora del receso y los niños salen al jardín.

Yo me quedo a revisar ejercicios y ver que tratará la siguente clase.

— Madre Leticia — me dice la madre Leonor entrando.
— Dígame — le contesto y la miro.
— La madre superiora me pidió que la llamara para que viniera a comer con nosotras — me contesta.
— Si está bien — sonrío.

Me levanto y voy con ella.

Entramos al comedor.

— Tome asiento madre Leticia — me dice la madre superiora indicándome un lugar.
— Gracias — sonrío y me siento.
— Antes de empezar a comer, daremos las gracias — dice la madre superiora.

La madre da las gracias, al final contestamos <<amén>>

— ¿Cómo le fue en su primer día de clases, madre? — me pregunta la madre superiora con curiosidad.

Tal vez se imagina que le diré que me fue mal y que los niños fueron unos completos diablillos.

Pero fue todo lo contrario.

— Bien, gracias a Dios muy bien — le contesto feliz y muy satisfecha.
— ¿No le dieron dolores de cabeza esos niños? — me pregunta una de las madres sorprendida.
— No, gracias a Dios no, los niños se portaron muy bien conmigo —le contesto.
— Es un milagro, esos niños son unos diablillos, a la madre Elena le hacían la vida imposible —contesta otra de las madres también sorprendida.
— Bueno, pero ahora vemos que la madre Leticia los ha logrado controlar, me alegro por eso —contesta la madre superiora.
— Gracias madre — sonrío agradecida.
— Cuéntenos de México, ¿Cómo le ha ido en el convento, la madre Magda, su tía, me ha dicho que es muy buena con los niños.
— Así es madre, la madre Magda es mi tía y la verdad me llevo muy bien con los niños, yo les imparto catecismo — sonrío tímida.
— Me alegro, hace usted bien en enseñar la doctrina de Dios a esas criaturas, por cierto, usted aún no es monja, ¿Verdad?
— No, aún no, pero regresando a México haré mis votos perpetuos y me recibiré— le contesto con mucha ilusión.
— La veo muy ilusionada al querer ser una de nosotros — sonríe la madre.
— Si, la verdad si, quiero ser monja y servir a Dios—le contesto muy segura.
— Usted es un ejemplo de lo que realmente es ser una de nosotros, estoy orgullosa de haberla elegido a estar aquí por un tiempo con nosotros — sonríe satisfecha.

Yo estoy muy agradecida porque haya pensado en mí y me esté dando está oportunidad.

—Al contrario yo le agradezco que haya pensado en mí y me haya dado esta oportunidad.
— Bueno antes de que se me olvide, quiero informarles que por fin tendremos padre en el convento — dice feliz la madre superiora.

Las madres se ponen feliz por la noticia.

— La próxima semana llega con nosotros el padre Aurelio Fournier, el hermano de el señor Armando, uno de los empresarios más conocidos aquí en Francia, el cual  ha ayudado mucho al convento, el padre llega de tierra santa y se quedará con nosotros, así que le vamos hacer junto con los niños la bienvenida — nos dice.

Asentimos.

Que bien, será mi primera vez que ayude aquí al convento en una actividad y que mejor que la bienvenida del padre Aurelio.

— Cabe mencionar también que vendrá con él, su sobrino el señor Adrien Fournier y también su hermano don Armando.
— Está bien — contestamos.
— Así que por esta semana tenemos mucho trabajo.

Terminamos de comer y regresamos a nuestra actividades.

Yo sigo con mi clase.

Tengo la curiosidad por saber ¿Quien es el señor Adrien Fournier?

No sé por qué pero algo en mí quiere conocerlo.

[***]
Hoy fue un día agotador, así que decido ir a mi cuarto a descansar.

Entro a mi habitación. Volteo y me asusto al ver a la madre superiora.

— Madre, me asustó — digo asustada.

Tengo mi mano en mi pecho.

— Perdón, la estaba esperando — me contesta.

Trae mi libro en la mano.

— ¿Le gusta la literatura romántica? — me pregunta sorprendida.
— Si madre — le contesto sincera.

No puedo mentirle.

— Pero usted es una monja — me dice asombrada — en un mes se recibe.
— Si, así es — le confirmo — pero el hecho que me guste la literatura romántica, no quiere decir que yo no quiera ser monja, yo leo esos libros desde que era una adolescente.
— Madre, esos libros pueden confundirla, ¿Está usted segura de querer ser monja? — me pregunta.

Me mira dudosa. Cree que tal vez no estoy muy segura de querer ser monja.

— Por supuesto que si—le contesto con toda seguridad.

No tengo porque dudar.

— Está bien, le creo, lo único que no quiero es que el demonio la corrompa, recuerde que el demonio es muy astuto y puede desviar a las personas del camino de Dios — me dice mirándome.
— Lo sé, pero no se preocupe, yo estoy muy segura de querer ser monja, de eso no tenga duda —le aseguro.

Nada, ni nadie podrá hacerme cambiar de opinión.

— Bien, venga vamos a cenar.
— Discúlpeme madre, pero no quiero cenar, solo quiero descansar, el día fue muy agotador — le contesto un poco apenada.
— No sé preocupe, la entiendo, que descanse.

Sale de mi habitación y yo me dispongo a dormir. El día ha sido agotador.

Mañana será otro día.

Dulce Tentación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora