Capítulo 8

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Voy con el padre Aurelio para confesarme.

Trato de olvidar a Adrien besándose con esa mujer.

<<Eso no me debe importar>>me repito y trato de olvidarlo.

- Padre.
- Dígame madre - me contesta.
- ¿Podría confesarme? - le pregunto.
- Si, claro.

Vamos al confesionario.

- Dígame sus pecados.
- Acuseme padre por qué he pecado.
- ¿Cuáles son sus pecados?
- Acuseme padre porque he tenido sueños y pensamientos impuros.
- ¿Que sueños y pensamientos impuros? - me pregunta.
- He soñado que un hombre me hace el amor, lo he soñado dos veces y eso no es todo he tenido pensamientos impuros con ese hombre y no lo puedo negar me ha gustado, yo..... yo lo deseo -le confieso avergonzada.

Tengo que ser sincera, decirle que me gustó, que deseo a ese hombre, pero lo que no puede saber es  que ese hombre es su sobrino.

- ¿Lo conoce? - me pregunta.

Asiento.

No le puedo decir que el hombre de mis sueños y mis pensamientos impuros es nada menos que su sobrino.

¿Que pensaría de mí?, ¿Que pensaría si yo le dijera que ese hombre es su sobrino?, Simplemente no quiero ni imaginarlo.

- Madre, el tener esos sueños no es pecado, estaba dormida y no podemos controlar la mente en ese momento, sobre los pensamientos si es pecado, usted va hacer monja - me mira - y no puede tener ese tipo de pensamientos, recuerde que el Demonio es muy astuto y se vale de cualquier cosa para corromper a las personas y más a las que van a entregar su vida a Dios como en este caso usted, debe ser fuerte.

Asiento avergonzada. Me siento una mujer sucia que no merece ser monja.

- Sea valiente y no se deje tentar por el Demonio, de penitencia le dejo que rece, rece mucho madre, recuerde que la oración es la mejor arma contra la tentación - me pone las manos en la cabeza - yo la absuelto de sus pecados en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
-Amén - contesto.
- Vaya en paz.
- Gracias padre.

Me levanto y voy hacer mi penitencia. Me inco y empiezo a orar.

Le pido a Dios que me de fortaleza y que no permita que caiga en tentación. Le pido que ya no tenga esos sueños yesos pensamientos que lo único que hacen es corromper mi alma e intentan alejarme de él.

No quiero volver a pecar.

Voy hacer monja. En un mes me recibo y le entrego mi vida a Dios.

Le pido perdón por los pecados que he cometido. Le pido que me ayude hacer una gran hija, una gran amiga y una gran servidora.

Se que no me pasará lo que a la madre Leonor.

Yo quiero ser monja, quiero entregarle mi vida a Dios y eso es algo que nadie podrá hacerme cambiar de opinión.

No lo hago por que no haya encontrado el Amor o por que me haya ido mal. Lo hago por qué realmente deseo ser monja, servir a Dios y al prójimo.

Quiero ayudar a los demás, mi tía Magda es monja, ella se recibió a mi edad.
Era joven como yo, lo hizo por qué ella lo quería, escucho el llamado de Dios.

Dios la llamo a ser monja, a ser una de sus servidoras y gustosa aceptó. Ahora es su servidora, fiel a su vocación y a servir a los demás.

Así como mi tía, yo también quiero serlo, quiero ser monja y servir a Dios. Ayudar a los que más lo necesitan, llevar su palabra y acercar a las personas que están alejadas de él.

Dulce Tentación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora