Capítulo 9

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Presente.

Luego de que el entrenamiento termina, espero treinta minutos para ir a los vestidores. Cuando llego, solo quedan unas pocas chicas dentro y la mayoría ya se ha marchado.

Me tomo mi tiempo para ducharme y otro tiempo más para vestirme. Vanessa y Cami todavía están en los vestidores y están susurrando algo acerca de mí, pero decido ignorarlas. Me pregunto brevemente cómo tienen tanta energía para esparcir tanto veneno, pero me ahorro mis preguntas y comienzo a secar mi pelo.

Mientras me estoy secando el pelo, sigo con mi mirada a las chicas mientras dejan el vestidor. Una gran figura se cierne al lado de la puerta y ellas ríen tontamente cuando lo saludan. Miro de reojo y sé enseguida quién es, pero intento no concentrarme en él.

Me convenzo de que probablemente está esperando a Evangeline, después de todo follan juntos y la práctica de hockey había terminado hace no mucho. Quizás él piensa que ella sigue aquí.

Probablemente no tiene nada que ver conmigo.

Siempre espero a que todo el mundo se vaya antes de seguir con mi rutina. Quiero secar mi pelo y maquillarme en paz sin las miradas de desprecio ni los insultos de Evangeline acechando cada uno de mis movimientos, y eso era exactamente lo que deseaba que pasara hoy día.

Pero Damon tiene otros planes para mí.

Cuando lo veo entrar al vestidor de las chicas y cerrar la puerta detrás de sí no me molesto en recordarle que no puede hacer eso. Damon no sigue las reglas, y menos si al romperlas puede meterse con mi estabilidad emocional.

Tampoco puedo salir corriendo. Aún tengo mis cosas desparramadas por todo el vestidor y no me he puesto las botas, así que estoy descalza y expuesta cuando lo miro con los ojos bien abiertos.

—Sabía que me ibas a desobedecer —es lo primero que dice luego de apoyarse casualmente contra los casilleros, al otro extremo de donde yo me encuentro. No puedo evitar notar sus músculos flexionándose debajo de su camisa, al mismo tiempo que me repito mentalmente que soy una idiota.

—¿De qué estás hablando ahora, Damon? —pregunto, harta. A él le gusta jugar a los acertijos, pero yo ya estoy harta de ser un peón en su tablero.

—Hablaste con Ashton ayer luego de la escuela.

No tengo idea de cómo Damon se ha enterado de eso. Me había encontrado a Ashton de camino a casa, y estaba segura de que no había nadie alrededor que nos pudiese prestar atención. Probablemente era Ash quien le había dicho a Damon. No solo era la muñeca personal de un Hunter, sino que ahora era el arma personal de su primo para meterse con él.

—Estaba caminando a casa, Ashton se acercó a mí en su auto. ¿Qué se suponía que hiciera?

—Lo que te ordené hacer —comenta casi con tranquilidad.

—Damon...

—No te preocupes, Blake. Esto me ha hecho ver que es mi culpa por darte opciones.

—¿Opciones? Solo me has dado órdenes estúpidas.

—Y tú podías elegir si seguirlas o no seguirlas. Ahora tendré que obligarte.

—Estoy cansada de tus juegos, Damon. ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Por qué mi sufrimiento te da tanto placer? ¿Es algún fetiche del que no me he enterado?

Damon sonríe levemente y camina hacia mí con paso perezoso. Yo contengo mi respiración todo el tiempo que se demora en acercarse y un poco más. Su altura me intimida, y sin los cinco centímetros extra de mis habituales botas él se ve incluso más grande y aterrador.

Stone cold touchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora