Capítulo 21

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Estoy llegando a él.

Sé que estoy llegando a él.

De todas las cosas que me imagine romperían a Damon, nunca pensé que intentar seducirlo sería una. Puedo ver el conflicto en sus ojos, igual de grande que el deseo. Ya estoy más allá de sentirme como una loca obsesionada por ofrecerme de esta manera; a esta altura estoy desesperada. Sé que él me desea, y yo lo deseo de la misma y enferma manera. No sé qué fue lo que pasó durante esos minutos entre la fiesta y mi casa que cambiaron todo entre nosotros, pero algo no cambió: la tensión sexual, espesa y oscura. Desde el primer momento que puse mis ojos en él y él puso los suyos en mí, hubo fuegos artificiales, y eso no se olvida de un día para otro.

Si no puedo apelar a su sentido racional inexistente, entonces apelaré a sus instintos más bajos.

Había llorado, le había gritado, incluso lo había golpeado. Había hecho una y mil cosas racionales ante nuestra situación para intentar llegar al fondo de él, pero nada había funcionado más que esto, pero ¿quién en su sano juicio juega con fuego de esta manera? Nadie, solo yo, y estoy consciente de lo tonta que soy y de los otros mil adjetivos denigrantes que probablemente me describirían, pero ya no tengo nada que perder.

Damon no dice nada, pero está en jaque. Me acerco un poco más a él y levantó mi cabeza para mirarlo. Nuestros ojos completamente encadenados, y me obligo a mantener su mirada cuando decido llevar mis manos a su pantalón.

Puedo sentir su longitud y su excitación por debajo de la tela de los jeans. Damon jadea cuando mis manos lo tocan, y tengo que fingir que sé lo que hago a pesar de que el único conocimiento que tengo de cómo se toca a un hombre es el que leí en libros de erótica de dudosa reputación, lo que estoy segura no debe ser suficiente en la vida real.

Pero todos tienen una primera vez, ¿no?

Estoy mortificada, pero no dejo que mi rostro lo demuestre. Con más valentía de la que tengo, lo acaricio un poco más, tentativamente. Mis ojos en los suyos. Su boca se abre levemente y sus ojos están completamente oscurecidos por sus pupilas dilatadas; casi no queda azul en ellos.

Damon Levanta su brazo y pienso que va a tocarme, pero solo se afirma en la pared, casi como si estuviera buscando a qué aferrarse para no aferrarse a mí.

Toda la escena me tiene completamente mojada, y en algún momento ya no sé si hago esto por mí o por él. Hay algo en su mirada salvaje y en su batalla interna que me empuja hacia él. Quizá estoy loca, quizá Damon tenía razón cuando me dijo que era una masoquista.

Me intimidaba, y eso me excitaba.

Eso no estaba bien.

Pero esto ya no se trata de qué está bien y qué está mal, solo se trata de deseo carnal y una desesperación absoluta por redención, y hablar el único lenguaje que ambos entendemos a la perfección.

Desabrocho el botón de sus jeans de forma inexperta, y sé que me tengo que ver ridícula, pero incluso así no dejo de mirarlo. Cuando finalmente logro bajar el cierre, su erección choca con mi mano a través de los bóxers.

Mierda, es grande, es jodidamente grande.

Quizás estaba sobreestimando lo que podía tomar, pero ya era muy tarde para arrepentirse.

Esto se siente demasiado íntimo, y tan mal pero tan bien a la vez. Damon me había dado el mejor orgasmo de la vida, era solo justo que al menos le devolviera el favor.

—¿Estás haciendo esto solo para hacerme hablar? —me pregunta, su voz errática.

—Solo espero que eso sea un efecto secundario —le sonrío, pero Damon no parece entretenido en lo absoluto.

Stone cold touchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora