Capítulo 39

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Hoy es sábado de partido, y hay algo extraño en el ambiente. Las personas están cargadas de energía furiosa y no me sienta bien que todo el mundo siga hablando sobre lo salvajes que son los Pingüinos en la cancha, sobre todo cuando juegan con los Lobos.

Ash, por su parte, no está preocupado. Está seguro de que ganarán.

Estamos hablando de eso cuando menciona a Damon.

—Estoy un poco preocupado por él. Últimamente está... distraído.

—Entendible con mi papá respirando en su cuello —suspiro, pensando en que no debería, pero me siento un poco culpable. Sé que no tengo injerencia sobre las acciones de mi progenitor, pero sigue siendo enfermizo que mi propio padre esté persiguiendo a Damon por homicidio, ni nada menos.

—Así es —comenta como al aire—. No ha sido el mismo en los entrenamientos y me preocupa. Deberías hablar con él.

—¿Es en serio, Ash? Pensé que luego de tres meses el asunto había quedado olvidado —ruedo los ojos.

—Sí, es solo que... estoy preocupado y ya llegué al punto de las medidas desesperadas.

—¿De qué estás preocupado exactamente?

—De Damon. No me agrada para nada su actitud últimamente. Está más lúgubre de lo normal —su voz suena triste.

—Mira, Ash, realmente me pone triste que Damon no esté bien, pero no hay nada que yo pueda hacer al respecto.

—Hay un montón de cosas que podrías hacer.

—Damon perdió ese derecho cuando acudió a Evangeline el día que papá apareció en la ciudad a hacer quién sabe qué con ella.

—Lo sé —su voz suena extraña, pero enseguida se recompone—. No puedes culparme por intentarlo.

—Estoy segura de que él estará bien eventualmente, solo dale tiempo. Realmente me importa Damon, Ash, pero sabes que no hay nada que yo pueda hacer.

—Estoy empezando a sospechar de que nunca estuvo bien en primer lugar, Blake —comenta en voz baja.

Pensar en Damon herido no me gusta. Siempre se ve tan seguro y listo para arrasar con el mundo. La mayoría de los días prefería al Damon idiota que al que apenas hablaba o se aparecía por algún lugar. A pesar de todo, siempre me preocuparía por él y no había nada en este mundo que me hiciera cambiar de opinión respecto a eso.

—Estará bien —digo para convencerlo, pero en cuanto hablo sé que es más para convencerme a mí misma.

Eso es lo último que hablamos sobre Damon durante lo que queda de escuela. Luego de que es la hora de almuerzo, el día se pasa rápido entre charla de partido junto a una nevada fina sobre la ciudad. El lago finalmente ha terminado de congelarse y uno de los meses más fríos del año anuncia su llegada junto con el partido más importante de la temporada.

En la pista de patinaje los ánimos están bajos. El equipo de la ciudad no obtuvo el puntaje suficiente para clasificar a las eliminatorias nacionales en grupo y a mí no me podía importar menos. Como siempre había sido rechazada por el grupo, nunca me había podido permitir participar en las competencias grupales. Ahora que podía, no me interesaba en lo absoluto, y menos cuando las chicas seguían rogándole a Sandra por que me convenciera de participar para obtener mejores puntajes.

Supongo que finalmente era yo quien reía.

En medio de mi entrenamiento, Ashton se las arregla para tirarme un jersey del equipo por la cara. Estoy reacia a aceptarlo, pero está personalizado con mi nombre y mi número favorito y él sigue llorando sobre los dramas que tuvo que rebasar para poder entregármelo a tiempo, así que finalmente lo acepto.

Stone cold touchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora