Holaa! Son las 4 de la mañana aquí en Chile y no me puedo dormir, así que en honor a mi falta de sueño me dije ¿por qué no subo un maratón? Y pues bueno aquí vaaa (recuerden que hay una demora entre capítulo y capítulo por el tema de la edición).
***
—Pensé que podíamos hacer algo juntas este fin de semana —menciona mamá mientras revuelve la salsa que está cocinando—. Es el único fin de semana que tendré libre en un largo tiempo.
—¿Qué te gustaría hacer? —la observo mientras me hago unos huevos revueltos.
—Quizá podríamos ir a comer a algún lugar lindo.
Hago una mueca y pienso en qué decir. No quiero que mamá me lleve a un restaurant a gastar dinero. Ella suele restarle importancia, pero sé que apenas conseguimos subsistir con sus dos trabajos. Mamá cree que no lo noto, pero a veces ella come porciones de comida más pequeñas para poder guardar para el día siguiente o para darme más a mí cuando llego cansada de un entrenamiento. No quiero decirle que no necesitamos gastar dinero para pasar tiempo juntas, pero tampoco quiero decirle que no y herir sus sentimientos.
—¿Sabes, mamá? Creo que preferiría que cenáramos en casa —me encojo de hombros, como si no fuera importante—. Estás trabajando todo el tiempo. Me gustaría que pasáramos un tiempo juntas en nuestro hogar.
Mamá sonríe, y se traga por completo la excusa.
—Tienes razón. Haremos algo delicioso para comer y veremos películas. ¡Será una noche de chicas!
Asiento y sonrío, maravillada por la vida que tiene mamá en su sonrisa. Muchas veces me pregunto cómo lo hace, cómo pasó de ser una esposa trofeo cuya única ocupación era que sus uñas y su pelo estuvieran bien hechos a tener dos trabajos y solo un día libre a la semana sin siquiera quejarse. Yo jamás había sido una chica mimada; estaba demasiado ocupada con el patinaje y tenía muy pocos amigos como para que me interesara ir de compras cada semana por el bolso y los zapatos de turno. Todo mi dinero me lo gastaba en cosas relacionadas a la escuela o al patinaje, y aun así todavía era un martirio acostumbrarme a este ritmo de vida, donde apenas veía a mamá y vivía en una ciudad horrorosa que no soportaba mi mera presencia, un lugar donde estaba mal visto que mamá trabajara en el aseo del hospital y que yo no tuviera un auto para llegar a la escuela.
Nunca había necesitado un auto. El chofer de papá nos llevaba a todos lados, pero mirando en retrospectiva, debí haberle pedido a papá un auto. Así, habría podido venderlo y tener más dinero en esta precaria situación.
—¿Puedo hacerte una pregunta, ma? —le pregunto de pronto con la mirada perdida.
—Claro, cariño. ¿Qué pasa por esa cabecita tuya?
—¿Por qué no quieres demandar a papá? Sé que no podemos hacer nada con las propiedades y vehículos, pero aún tiene la obligación legal de mantenerme.
—Ay, hija —suspira pesadamente—. Tu papá es el abogado del diablo.
—Eso ya lo sé —ruedo los ojos—, pero...
—Tenía la esperanza de que no preguntaras —me interrumpe—. No quiero hacer tu vida más miserable.
—No creo que el tema de papá pueda ser peor —frunzo el ceño.
—Cuando impliqué en una discusión con tu padre una demanda por pensión, amenazó con quitarme tu custodia legal, Blake.
Mi estómago se revuelve. Papá no quería saber nada de mí, pero luego de lo que nos había hecho, no me sorprendería que le quitara la custodia a mamá solo para demostrarle que podía. En mi mente, no puedo concebir vivir con él y su nueva familia mientras mamá está a la deriva. A veces pienso que sería más sencillo si no tuviera que mantenerme, pero conozco a mamá y no estar con su única hija la destrozaría, por lo que no me agradaba para nada la idea. También me destrozaría no estar con ella.
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Stone cold touch
Storie d'amoreBlakely "Blake" Brooks es una prolija patinadora artística. Damon Hunter es un aclamado jugador de hockey local. Luego de que su padre las deja sin nada, Blake y su madre se ven obligadas a mudarse a la única propiedad que aún poseen en la hermética...