Capítulo 5

9.3K 646 196
                                    

Presente.

Mamá no está nada contenta de que me esté costando tanto levantarme. Mi excusa es que al ser el primer día de escuela tengo sueño, pero lo cierto es que estoy aterrorizada de comenzar otro año en la escuela donde Damon, Evangeline y sus minions pueden amedrentar un poco más mi vida.

A pesar de todas las razones por las que no quiero ir a la escuela, finalmente me las arreglo para levantarme. Mamá no tiene idea de que todos me odian y me tratan como la basura en sus zapatos. Si ella lo supiera, estaría demasiado triste. Mamá tiene dos trabajos, una hija que mantener y un corazón que reparar luego del destrozo que dejó papá. No tengo ninguna intención de agregar más carga a sus ya cansados hombros.

Como todos los finales de verano, la ciudad está fría, así que me visto rápidamente y me pongo la chaqueta más gruesa que encuentro en mi armario. Quizá exagero, pero aquí es aun más frío que Quebec.

Mamá apenas alcanza a darme un beso de buenos días cuando bajo a desayunar y se va al trabajo. El hospital queda a las afueras de la ciudad y maneja su pequeño Chevrolet, una de las pocas pertenencias que tenía a su nombre y pudo conservar luego del desastroso divorcio.

Por mi parte, la escuela solo queda a cinco minutos caminando, y aprecio el calor que me da la caminata en la fría mañana, así que tomo mi desayuno, agarro mi mochila y emprendo camino al lugar más asqueroso de la tierra.

Solo por un año más.

Texteo rápidamente a Fred y le pido que me espere a las afueras para poder entrar con él. Fred también es un rechazado social, pero a diferencia de mí, su castigo se basa más en la indiferencia que el acoso constante. Él me responde afirmativamente y es la primera cara que busco cuando pongo un pie en terreno escolar.

No se me hace difícil encontrarlo. Sus lentes son más grandes que su cara y aún usa una maleta en vez de una mochila porque insiste en cargar su cámara, los lentes de su cámara y su computadora a todas partes en caso de que finalmente consiga captura de lo que él bautiza como "el momento perfecto de la vida".

—¡Blake! ¡Qué gusto verte! —me saluda y nos damos un abrazo—. Qué largo te ha crecido el cabello.

—Me alegro de verte también, Fred —digo y me toco el cabello—. Sí, he decidido no cortármelo este verano, y me ha gustado.

Lo que era una suerte, porque incluso cortarse el pelo en esta ciudad era un maldito privilegio.

—Pues te queda encantador. Me enteré por la página de la escuela que sacaste el primer lugar en un concurso de patinaje. Felicitaciones.

—Gracias —le sonrío y me siento un poco menos fría con la calidad en su voz.

Ganar un campeonato nacional de patinaje artístico es algo que le diría a mi único amigo enseguida, pero a Fred le gustaba adentrarse en el bosque durante tres meses en la cabaña de sus padres sin señal de internet ni de celular para poder sacarle fotos a la vida salvaje, por lo que saber de él durante el verano era casi una hazaña.

—Tengo ganas de ver el video de tu presentación.

—En realidad lo tengo en mi celular, ¿quieres verlo ahora?

—Claro. Muéstrame qué tienes.

Como aún es temprano, Fred ve relajado mi rutina de dos minutos y cincuenta y ocho segundos. Parece impresionado con lo que hago. Fred jamás me ha visto competir, solo entrenar.

—¿Esto es humano, Blake? Vaya, mírate, casi pareces una gacela.

—Tomaré eso como un cumplido —me rio.

Stone cold touchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora