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"Somos pequeños e insignificantes seres en un mundo lleno de derrota, enemistad, odio y obsesión.
Si es cierto que a veces hay amor, pero las personas somos hipócritas, tanto que mirando a los ojos mentimos, estando piel con piel odiamos..."
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Desde pequeña soy adicta a los retos, me excita la adrenalina, estar ahí en entre eso prohibido e ilegal. Ente eso que no se puede pero quieres hacer.
Ahora estoy preparándome para esta noche. Traigo puesto unos vaqueros azules ajustados, un top negro y una chaqueta de cuero con unos tacones a juego.
Dejo que mi pelo negro caiga sobre los hombros y pinto mis labios de un rojo pálido. Pellizco mis mejillas para que cojan un poco de color y agarro mi bolso. Abajo me están esperando Mónica, Lucas y Aaron, al final íbamos a ir con la condición de que Aaron nos acompañara.
– Muñeca, aún no entiendo qué mierda vamos a hacer a un bar de narcos ¿es que estas loca?
– Aaron, el hecho de que vallas a ir no quiere decir que hables, iremos, averiguaremos y punto – le resto importancia.
– Que dios nos ayude.Caminamos hacia el auto. Aaron va a conducir porque por supuesto no podemos ir con Sergio.
– Me encanta cuando te enojas – le susurra Lucas a Mónica.
Pongo los ojos en blanco.
– Por favor, vamos a hablar con un narcotraficante que no tengo ni idea de quién es y ustedes con ese amor me bajan el autoestima.
– Deberías enamorarte – dice Mónica.
– Si, y tú deberías embarazarte.Mi hermano suelta una carcajada.
– Muy graciosa Ronnie.
– Ya lo sé – me encojo de hombros.Después de una hora de viaje llegamos al bar donde se encuentra "el hombre misterioso" . Bajamos del auto y noto como Mónica tiembla.
– No pasa nada Mónica – trato de tranquilizarla – entramos, buscamos lo que queremos y regresamos.
– Vale – suspira pesadamente.Nos acercamos a la puerta y dos guardias nos observan de arriba hacia abajo. Antes de pasar nos revisan todo, que no llevemos ningún tipo de arma, una vez después de pasar el protocolo estamos adentro.
– ¿A quien buscamos? – pregunta Aaron.
– A un total desconocido – digo como si fuera obvio.
– ¿Cómo sabemos a quien preguntar?
– Siganme – susurro – yo sé lo que hago.Nos adentramos en el bar y se me hace fácil llegar a ver quiénes son los más importantes ya que están totalmente rodeados y bien atendidos.
Tomo a Mónica de la mano y nos acercamos a ellos.
– Mira que delicias tenemos aquí, nunca las había visto – nos dice un chico de pelo castaño de unos veintiséis años.
– Estamos buscando a alguien – digo firme.
– ¿A quien hermosuras?
– El hombre misterioso.Uno de ellos suelta una carcajada.
– Niña, no sabes con quién te metes, si quieres dinero anda y vete por ahí a buscar a alguien más.
Me siento en uno de los sofás frente a ellos y acto seguido Mónica hace lo mismo.
– Creo que no nos estamos entendiendo – ladeo la cabeza – yo no soy una prostituta de esas con la que os acostais, vine aquí por negocios.
- Valla, tiene agallas la niñita.
– ¿Entoces dónde está "el hombre misterioso" ?
– ¿Que gano yo diciéndote esto? – me pregunta el mismo chico de pelo castaño.
– Bueno – me acerco hasta el punto en que su nariz y la mía casi se rozan – dinero – me separo de golpe dejándolo con la respiración entrecortada – todos queremos lo mismo ¿o no?
– No, yo necesito saciar mis necesidades también.
– Lamento decepcionarte pero yo no soy ese tipo de chicas, además tengo dueño.
– ¿En serio? Ese chico no se debe comparar en nada conmigo.
– No, tienes razón, es mucho mejor – enarco una ceja.
– No estás ayudando – me susurra Mónica al oído.
– Tranquila, yo sé lo que hago – le devuelvo el susurro.
– Eso no lo sabes, aún no me haz probado – niega con la cabeza.
– ¿No haz escuchado? "Con dinero todo se arregla" mil si me dices dónde está.
– Tres mil.
– Vale.
– Dinero en mano.
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Almas que Queman [En proceso]
Teen FictionSipnosis (...) La vida se volvió más fácil desde el momento en que lo conocí. Nuestras bocas unidas, nuestras manos entrelazados, era mi puta obsesión, quizás no era sana, pero era lo que hacía que me sintiera viva y eso lo utilizó contra mí, sabía...