Capítulo 5

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"Somos adictos a lo prohibido, aquello que con solo un toque
nos quema"
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"Odio y dolor" eran las únicas palabras que describían este momento.

Mi mundo se vino a bajo con tan solo una frase «a tu mamá la mataron» Fue todo como un golpe de realidad, sacarme de mundo de fantasías donde llevaba viviendo por años como una persona ciega o que más bien no quería ver.

La poca luz que quedaba en mi corazón se fue, y todo el amor o la pizca de confianza que podía tener mi padre la mandó al carajo.

Él se pone de pie y yo hago lo mismo. Me acerco poco a poco a él y una vez que estamos a escasos centímetros lo empujo con todas mis fuerzas.

– ¡Hijo de puta! – grito y un sollozo escapa de mi garganta, sientiendo como el dolor aprisiona mi pecho – ¡Eres un hijo de puta! Eras tú quien tenía que morir.

Él me toma por las manos impidiendo que continúe pegándole, pero yo me zafo de su agarre.

– Ronnie cálmate.

No puede ser que seas tan cabrón maldita sea.

Me comienzo a reír a carcajadas sin poder parar.

– Que me calme – sonrío irónicamente – ¡¿Cómo carajos quieres que me calme si me estás diciendo que mamá murió por tu culpa?! ¡Por tu maldita culpa, por culpa de alguien que decía ser mi padre!
– No fue mi culpa.
– No seas cínico, nos destruiste la vida a mí hermano y a mí, y todo ¿Por qué? por una mierda de dinero.
– Lo siento.
– Un lo siento no me traerá a mamá de vuelta. No me traerá nada de lo que éramos antes.
– Perdóname hija – solloza ando un paso hacia adelante pero por instinto doy uno hacia atrás – si yo hubiera sabido que la iban a matar yo mismo me hubiera puesto en frente.
– No te importamos nunca una mierda, escogiste el dinero por sobre todo, por sobre tu familia, por sobre tus hijos.
– Me estás juzgando mal Verónica, yo no escogí al dinero por sobre ustedes. Estábamos en la ruina.
– ¿Que ruina por dios? – llevo mis manos a mi cabeza – Mark, lo tenías todo, dinero, y familia. Tu empresa era la más famosa y que más dinero ganaba del país, pero eso no te bastó, necesitabas más y más. Como un maldito enfermo.
– No hay un día en el que no me arrepienta de lo que pasó.
– Pues yo también me arrepiento ¿sabes? – niego con la cabeza – me arrepiento de haber confiando en ti, de haberme cegado, de por un momento creer que tú podías ser un padre ejemplar, de tratar todos estos años de ser la hija perfecta, mientras que mi padre ¡es un asesino! – grito con todas mis fuerzas.
– ¡Yo no la maté joder!
– Quizás no fuiste tú quien apretó el gatillo ese día, pero la mataste en el momento en que con tu estúpida cada de hipócrita e hijo de puta dijiste un día que la amabas – lo señalo con un dedo – solo te diré una cosa, me importa una mierda si te están siguiendo, yo me quedo aquí ¡y que vengan a por mí! No les tengo miedo. Quizás mi muerte sea más tranquila que mi vida.
– Verónica tú no sabes de lo que estás hablando...
– Oh si se perfectamente de lo que hablo, si me hubieran querido matar, lo hubieran hecho ese mismo día.
– Verónica...
– Solo respóndeme una cosa.
– ¿Qué?
– El asesino de mi madre ¿dónde está?
– Preso, hice hasta lo imposible por encerrarlo tras las rejas.
– ¿Cómo se llama?
– No creo que...  – empieza a hablar pero lo interrumpo con una voz más firme de lo que creía.
– ¿Cómo se llama? – repito.
– Axel Holmes.

Abro la puerta del despacho para salir pero mi padre me detiene tomándome por el brazo. Lo miro a los ojos y niego con la cabeza. Él me suelta y salgo de ahí lo más rápido que puedo.

Almas que Queman [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora