Capítulo 26

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"Siente como mi corazón late por tí
cada vez que susurras a mi oído que soy tuya
y te darás cuenta que cada latido mío
es gracias a ti..."

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Un suspiro escapa de mis pulmones observando nuestros cuerpos entrelazados. Nicolás masajea mis nalgas con una de sus manos mientras vemos La Casa de Papel.

– ¿En que piensas? – pregunta después de un buen rato rompiendo el silencio.

Pongo pausa a la serie y me doy la vuelta quedando frente a frente con él.

– En cómo sería mi vida si no fuera Verónica Lynch. Si sería un poco menos complicada.

Se queda un instante en silencio pensativo hasta que me mira con una media sonrisa.

– No es algo que yo sepa, pero ¿sabes que si sé?
– ¿Que? – ladeo la cabeza confundida.
– Que si no fueras Verónica Lynch quizás no te quisiera o quizás no estaríamos juntos ahora ¿sabes por qué? – niego con la cabeza mientras abro paso a una sonrisa que se está formando en mi rostro – porque me gusta como eres, tú forma de ser, me gusta todo de ti y no quiero que cambies en nada.

Muerdo mi labio inferior.

– Quiero que seamos tú y yo por mucho tiempo – susurra.
– Lo perverso y lo desconocido.
– ¿Y cuál de los dos es el perverso? – muerde mi labio fuertemente.

Aprieta mis nalgas haciendo que un gemido se escape de mi garganta mientras sonríe coquetamente.

– Yo soy lo perverso – digo al fin.
– ¿Segura? – asiento.

Me da la vuelta quedando encima de mí. Pone sus piernas entre las mías y susurra a mi oído:

– Eso está por verse.

Chupa mi labio inferior y jadeo. Mi pulso se acelera cuando comienza a succionar mi cuello. Sube mi blusa y me incorporo para que me ayude a sacármela. Vuelvo a dejarme caer en la cama y deja mi cuello para pasar a barriga. Lo jalo del pelo y echo mi cabeza atrás disfrutando del placer.

El móvil comienza a sonar interrumpiendo el momento exquisito que estábamos teniendo. Maldigo por lo bajo al igual que Nicolás. Agarro el celular de la mesita de noche sin mirar siquiera quién es y lo descuelgo.

– ¿Hola?
– ¿Me extrañaste nena? – me pongo de pie de un salto y centro mi oído en la llamada.

Nicolás pronuncia algo muy bien que no entiendo y hago una seña para que me espere.

– ¿Que quieres? – pregunto cortante.
– Me dijo un pajarito que me mentiste – susurra con voz socarrona.
– ¿Mentirte?
– Si nena, estás saliendo con Nicolás, y hasta donde recuerdo eso no era parte del trato.
– Habla de una maldita vez y dime qué quieres.
– Me enteré que tú cuñada está embarazada.

Me incorporo de un salto.

– A ella no la toques – digo entre dientes.
– ¿O si no que? – me reta.
– No quieras saber de lo que soy capaz – niego con la cabeza aunque se que no puede verme.
– Supe que va a viajar esta noche, yo que tú me aseguraba de que entrara a ese avión segura.
– No la toques - digo en un hilo de voz, pero muy segura  –  ¿que quieres ahora?
– Hacerte sufrir Verónica y tus sobrinitos van primeros en mi lista.

Almas que Queman [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora