Capítulo 13

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"Sus labios, sus ojos, su piel...
cada poro de sus cuerpos decían a gritos que estaban enamorados"
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Nicolás:
Quisiera deciros que fue un calentón, que todo desde la primera vez que entré a ese baño detrás de ella fue un juego para descubrir la verdad sobre la muerte de Will..., quisiera deciros, no es más... juraros que hoy me paro frente a ella y mi corazón no late como locomotora, que sus ojos no hacen que me pierda como un maldito imbécil, pero estaría mintiendo, porque desde la primera vez que la vi cuando entré al instituto, la primera vez que me defendió en su fiesta, por el simple hecho de que con sus invitados no se metía nadie, inclusive alguno de sus amigos, sentí algo en mi interior que hizo que perdiera mis cinco sentidos y olvidara por completo por la razón que yo me metí con ella.

– ¿Cómo es que no estás con nadie? Eres hermosa – susurro a su oído.
– Porque de una forma u otra te terminas enamorando – dice terminándose de poner el top.
– ¿Y que tiene eso de malo?
– Que el amor es una mierda.
– ¿Y por qué ese concepto tan deprimente?
– Porque viví en carne y hueso las consecuencias de un amor que se juró frente a dios que estarían juntos hasta que la muerte los separara y entre ellos mismos se jodieron la vida.
– No te entiendo – ladeo la cabeza confundido.
– Ella murió por culpa de él.
– ¿Cómo Romeo y Julieta? – bromeo, pero ella continua seria.
– No, porque a diferencia de Romeo y Julieta él no se suicidó cuando ella murió, en cambio él fue el culpable de que ella hubiera muerto.
– Trágica historia – susurro.
– Si, pero así es la vida, es toda una cajita de sorpresas.
– El que lo hayas visto como ha terminado esa historia no quiere decir que la tuya termine igual.
– Hay miles de versiones de Romeo y Julieta y todas terminan mal.
– Pero no tiene que ser Romeo y Julieta, desde donde lo veo puedes escribir tu propia historia.
– ¿A dónde quieres llegar con esto? – niega con la cabeza – la vida para mí con los chicos no es más que un calentón, y de esa línea nadie me va a hacer pasar.
– Ya rompiste bastantes regalas conmigo – doy un paso hacia ella – no veo porque no puedas romper una más.
– Ya han llamado a la puerta varias veces y se van a imaginar diez mil cosas que están pasando aquí adentro así que por favor salgamos.
– Como quieras.

Me separo de ella y camino primero hacia la puerta. Una señora me mira extrañada y yo solo sonrío.

– Me equivoqué de baño – le digo.

Ella solo me mira como si estuviera loco. Continúo mi camino hacia el bar y ahí me espera Ashley.

– Hola ¿trabajas aquí? – que se note el sarcasmo con el que está hablando por favor –  Porque yo nunca te he visto – bromea.
– Vamos, fue solo un ratito – beso su mejilla.
– Oh sí un ratito que para mí fueron mil horas.
– Vamos que bien que te encanta trabajar.
– Si, cuando es mi turno – pone los ojos en blanco – En fin, luego del trabajo no tengo nada que hacer ¿vamos a tu casa y así me cuentas cómo va tu plan maestro?
– Por supuesto, pero me tienes que ayudar a cerrar – negoceo.
– Vale, sin problema. Pero ahora a trabajar. Y no te distraigas más – me señala con un dedo acusador.
– Como ordene señorita – le hago un saludo militar antes de volver a la barra.

Continúo mi trabajo tranquilo aunque me distraigo de vez en cuando mirando a Verónica quien también me hecha sus miraditas.

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La noche terminó tranquila, y unas horas después cerramos el restaurante y nos vinimos para acá.

Almas que Queman [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora