Capítulo 4

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"La tristeza es una parte de nosotros,
esa que no queremos ver nunca,
pero siempre nos persigue a donde quiera que vallamos,
nos espera ahí,
en un lugar oscuro al cual no queremos, pero por alguna razón entramos"
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Esa noche no duermo ni un minuto pensando en todo lo que me dijo mi hermano, algo en lo que tiene razón.

En toda la cena y el resto de la noche no cruzo ni una palabra con Lucas, más bien nos limitamos a asentir con la cabeza.

Me pongo de pie para darme una ducha antes de ir al instituto y me observo en el espejo.

«Necesito un cambio de look»

Entro en la ducha y la abro dejando que el agua tibia caiga por todo mi cuerpo. Agarro el shampoo y unto un poco en mi mano, acto seguido paso las manos por mí cabello dando en él pequeños masajes.

Una vez duchada y vestida, termino de ponerme mis botas de tacón. Bajo las escaleras y veo a Mónica sentada en el sofá. Me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla.

– Buenos días.
– Hola – digo media sonriente – ¿Ya desayunaste?
– No, aún no.
– ¿Y Lucas?
– No lo he visto desde anoche – suspira llevando una mano a su cabello – Por cierto, hablando de eso ¿pasaba algo entre vosotros? Se sentía la tención anoche.
– Peleas de hermanos, ya sabes – miento.

Ella asiente con la cabeza y lo entiende todo al instante «no quiero hablar del tema»

Nos dirigimos hacia la cocina. Florian nuestro chef italiano está terminando de preparar el desayuno.

– Buenos días Flori ¿que preparas?
– Princesa de mi alma, buenos días – se gira hacia mí y sonríe – muffins, cupcakes y tortitas americanas con beicon.
– Suena delicioso – cometa Mónica pasando la lengua por sus labios.
– Lo sé preciosura, toda mi comida lo es – presume Florian.
– Buenos días – saluda mi hermano en tono seco tomando una de las tortitas que prepara Florian.
– Ey niño cavernícola saca tus manos de mi hermosa comida, aún no está lista – lo reprende dándole un pequeño golpe en su mano.
– Lo siento – susurra – pero es que se ve irresistible.

Minutos después estamos todos sentados en la parte trasera del auto camino al instituto. En el trayecto nadie dice nada y es un silencio un poco incómodo. Al llegar me bajo rápidamente del auto soltando todo el aire de mis pulmones que sin darme cuenta estaba conteniendo en ese maldito auto y a penas lo hago Nicol me toma por el brazo sin darme tiempo siquiera a poder respirar.

– Hola a ti también Nicol, valla manera de recibirme.

Mónica comienza a correr hacia nosotras como una loca desquiciada. Sí señoras y señores, como una loca que acaba de salirse del manicomio.

– ¡Esperen! – grita jadeando.
– Y allá viene con su drama.

En el instante en el que se acerca apoya sus manos en sus rodillas y las flexiona como si hubiera acabado de correr una maratón.

– Es difícil correr con estas botas, y ustedes qué no ayudaron. ¿Como es que os vais sin mi?
– No dramatices – pongo los ojos en blanco y me giro hacia Nicol – Bien, ¿qué pasó para que me recibas como si fuera lo único que necesitas para respirar?
– Anoche salí con Fabién el de segundo, nos besamos y me pidió ser su novia.
– ¿Es que acaso ahora a todas le gustan los menores? - suspiro llevando las manos a mi cabeza frustrada  «me van a volver loca, pueden ir preparando cuando quieran el manicomio» – Vale, ¿y qué quieres que haga? ¿Que te dé un premio por tirarte a los menores?
– Cuando me lo preguntó salí huyendo.

Almas que Queman [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora