capitulo 16

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Valentina se tragó sus palabras con un beso, la fuerza de su deseo inclinando la cabeza de juliana hacia atrás. Sus manos encontraron su trasero y la levantaron sobre la mesa. Ella automáticamente extendió sus piernas mientras Val se movía entre ellas, su falda a la altura de la rodilla amontonándose alrededor de sus muslos. Valen tiró de su suéter sobre su cabeza, su mirada azul yendo de pecho a pecho. La ahuecó, luego bajó su cabeza y atrajo primero un pezón y luego el otro hacia su boca. El húmedo calor y el tirón insistente se combinaron para hacerla gemir. Ella se estiró por el botón de su pantalón pero Val apartó sus manos.

—Todavía no —dijo.

Juls apoyó sus brazos detrás de sí en la mesa y se rindió ante su asalto sexual. Valentina lamió, succionó y mordió sus pezones, derrochando su atención en ella. El calor creció entre sus muslos, un latido doloroso que demandaba satisfacción.

Como si sintiera su necesidad, Valen deslizó una mano bajo su falda, posando su palma sobre sus ligueros, deteniéndose brevemente cuando su mano se movió desde la media hasta la cálida piel. Ella levantó la cabeza de sus pechos, sus ojos crudos y conocedores mientras miraban en los suyos. Luego, empujó su falda hacia arriba e inspeccionó lo que sus manos acababan de descubrir.

Siguió su mirada y se vio a sí misma extendida ante Val, el encaje negro de sus ligueros enmarcando la piel morena de sus muslos superiores. Su mirada se centró directamente en la seda rosa pálido de sus pantis. Se mordió el labio mientras Valentina se estiraba y deslizaba su dedo índice ligeramente por el pliegue de su sexo. Su aliento salió en un estremecimiento. Con su delicado toque, Valen deslizó sus dedos bajo la cinturilla de su ropa interior y gentilmente la bajó por sus caderas.

No apartó su mirada de ella mientras levantaba su trasero para removerla por completo. Un latido de corazón después estaba desnuda ante Val.

Una vez más, se paró entre sus muslos, ampliándola con su cuerpo y sus manos.

Sus brazos se rindieron y ella cayó sobre su espalda mientras Valentina enmarcaba su sexo con ambas manos.

—He estado soñando con esto. Contigo —dijo Valentina su voz muy profunda.

Levantó sus caderas mientras ella ahondaba entre sus muslos, el movimiento provocando que el cuchillo que había usado más temprano diera volteretas al otro lado de la mesa.

—No te preocupes por eso —dijo ella cuando Valentina lo miró.

Lo hizo regresar a lo que había estado a punto de hacer pero su mirada había caído en algo detrás de ella en la mesa.

— ¿Es eso un mango?

—Sí.

—Adoro los mangos.

Hubo algo en la manera que lo dijo que hizo que su corazón golpeara contra sus costillas con una repentina e intensificada emoción. Val se inclinó más allá de ella y recogió la mitad del mango que ella había estado a punto de comer antes de que la campana anunciara su presencia. Lo levantó hacia su boca y dio un mordisco.

—Está bueno —dijo Val.

—Sí. —La palabra fue apenas un susurro.

Valentina consideró el mango, luego sus muslos ampliamente abiertos. Su mirada se levantó a la suya. Ella se estiró por el borde de la mesa y se sostuvo con fuerza por su vida cuando Carvajal trajo el mango entre sus muslos. La fría, deslizante y sensual presión de la fruta contra su sexo la hizo gemir. Su mirada se clavó en la suya, Valentina cayó sobre sus rodillas. Ella observó mientras la otra la estudiaba por un momento, sus mejillas sonrojadas con deseo. Luego bajó su cabeza y reemplazo el mango con su boca.

EL MEJOR DE MIS ERRORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora