No le dio oportunidad de convencerla de ello.
—No quiero mentir sobre ti, sobre nosotras nunca más. Sé que es un horrible momento por lo de la boda, pero es exactamente como dijiste, siempre habrá algo. No quiero esconderte, Valentina. Te amo. Y si lo que ha pasado entre nosotras es un problema para Renata, entonces que así sea.
Sintió como si un enorme peso se hubiera levantado de su pecho mientras decía las palabras. Como si hubiera dibujado su propia línea en la arena. Amaba a Valentina.
No la dejaría atrás, como si se avergonzara de ella.
Val estudió su cara durante un instante, luego asintió.
—Si eso es lo que quieres.
—Lo es.
—Entonces vamos.
Se tomó un momento para apilar su equipaje por encima del de Val, luego se dirigieron hacia la salida directamente, su brazo sosteniéndola todo el camino.
Hubo una fracción de segundo cuando llegaron a las puertas cuando su estómago cayó tan dramáticamente que se sintió enferma. Entonces se abrieron paso y se enfrentaron a un mar caótico de rostros esperanzados, expectantes.
Recorrió la multitud, buscando el cabello rubio de Renata. Había visto fotos de Nathan, pero no estaba segura de que la reconociera fácilmente. Su mirada se deslizó sobre caras desconocidas, la adrenalina haciendo acelerar su pulso y poniendo sus palmas sudorosas.
—Por ahí —dijo Valentina, su voz tranquila y profunda.
Siguió su línea de visión más allá de un grupo de gente que se agolpaba contra la barrera donde una pareja alta, morena estaba de pie lado a lado. Se encontró mirando a los ojos azules de Renata mientras ella apretaba los dedos contra su boca en un gesto inequívoco de shock.
Juliana levantó la barbilla, preparándose para la condena mientras su vieja amiga procesaba lo que la presencia de Valentina al lado de Juls debía significar.
El hombre que estaba junto a Renata le dijo algo y ésta desvió la mirada hacia él. Juliana notó por primera vez que había estado conteniendo el aliento y aspiró una gran bocanada de aire. La mano de Valentina presionó cálidamente contra su espalda.
—Ella te ama. Recuerda eso —dijo.
Juliana apenas tuvo tiempo de asentir antes de que Renata comenzara a abrirse paso a empujones a través de la multitud para alcanzarlas. Juliana arrastró los pies hacia adelante, haciendo todo lo posible por pasar las barreras. Y entonces Renata estuvo frente a ella, con sus ojos llenos de preguntas.
—Intenté decírtelo una docena de veces, pero estaba demasiado asustada —dijo Juliana, la verdad escapando de ella—. Simplemente sucedió, no era mi intención, pero la amo, R. La amo tanto…
Rompió en llanto, seis meses cargados de confusión y culpa encontrando su camino a través de sus conductos lacrimales. El brazo de Valentina rodeó sus hombros incluso cuando Renata se acercó y la tomó de la mano.
—Juliana.
La preocupación y la calidez en la voz de su amiga de alguna forma atravesaron la emoción hinchándose en la garganta de Juliana. Parpadeó, apartando las lágrimas con el dorso de su mano. Esta no era la forma en que quería hacer nada de esto.
Quería ser serena y madura, y quería darle a Renata todas las oportunidades para expresar sus sentimientos. En vez de eso, estaba aquí parada con una estúpida bota médica en su pierna y lágrimas de niña rodando por su rostro.
— ¿Por qué no encontramos un lugar más privado, quitarnos un poco del medio? —sugirió una profunda voz.
Ella le dio un vistazo al futuro esposo de Renata, captando su corto cabello oscuro y sus penetrantes ojos azul claro. Como Renata, él estaba bronceado, incluso a pesar de que estaban en mitad del invierno australiano. Juliana le lanzó una rápida mirada sin palabras a Valentina y ella asintió ligeramente para dejarle saber que estaba bien con el arreglo. Juliana fue muy consciente de Renata registrando el pequeño intercambio y contuvo el impulso de apurarse a explicar de nuevo mientras se abrían camino a la cafetería en la esquina más alejada de la sala de llegadas.
Sin que nadie dijera nada, ella y Renata gravitaron hacia la mesa en la esquina más alejada, mientras Valen y Nate se retiraron al mostrador.
Ambas estuvieron en silencio por un momento después de que se deslizaron en sus asientos. Juliana luchó contra el impulso de revolverse, presionando sus manos planas sobre la mesa.
—Lo lamento. Esta no es la forma en la que quería decírtelo —dijo ella en voz baja, obligándose a encontrar los ojos de Renata.
Lo que vio ahí fue predominantemente confusión.
— ¿Cuánto tiempo...? —preguntó Renata.
—Casi seis meses. Más o menos desde que regresó de verte en Australia. Sentí lástima por ella y le llevé una botella de licor. Una especie de ofrenda de paz para que ella ahogara sus penas. Se negó a aceptarla, pero se la dejé de todas formas. Luego se emborrachó y llamó a mi puerta, queriendo saber por qué le había comprado una botella de licor y… las cosas se pusieron un poco locas.
Renata frunció el ceño.
— ¿Por qué le compraste licor?
—Porque a ella le gusta. ¿Recuerdas esa vez que lo probamos después de que vimos ese espectáculo en el Criterion…?
Renata sacudió la cabeza, todavía luciendo perpleja. Juls sonrió con una sonrisa pequeña y apretada.
—Incluso entonces me daba cuenta de cosas sobre ella, a pesar de que no quería hacerlo. Supongo que por eso siempre me desagradaba tanto, porque lo tenía metido bajo la piel. Incluso cuando era tuyo.
Miró directamente a los ojos de Renata cuando lo dijo, queriendo ser valiente sobre esta única cosa, al menos. Tentativamente, se estiró y tomó la mano de Renata. Esperó que su amiga se apartara o se tensara, pero los dedos de Renata se cerraron alrededor de los suyos en un cálido y firme agarre. Eso fue un bálsamo para el corazón de Juls devastado por la culpa. Necesitaba desesperadamente el perdón de su amiga.
—La última cosa que quería era traicionarte, herirte o decepcionarte, R. Por favor cree eso. Cuando comenzó, no creí que fuese real. Pensaba que era este loco asunto del sexo, nada excepto una química extraña y aberrante. Pero luego siguió su camino, y cuando caí en cuenta de que lo amaba, me sentí como si hubiese estado mintiéndote a ti y a mí durante años. Pero no lo sabía, R, lo juro. Nunca lo supe hasta esa noche en que ella vino y nos besamos por primera vez.
—Recuerdo la forma en que ustedes solían ser —dijo lentamente Renata—. Como gatos enfurecidos. Tal vez debí haberlo sabido entonces. Toda esa pasión debía venir de alguna parte, ¿cierto?
Su mirada era escrutadora mientras exploraba el rostro de Juliana.
—Tienes derecho a estar furiosa, R —dijo juliana—. Tienes derecho a insultarme o lo que necesites hacer. Si no quieres que esté en la boda, está bien, también.
Juliana esperó que su amiga respondiera, con el cuerpo tan tenso y tan erguido en su silla que le dolía.
Cómo les prometí aquí está el penúltimo capítulo de esta maravillosa historia
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EL MEJOR DE MIS ERRORES
FanfictionJuliana piensa que Valentina es una estirada mientras que Valentina piensa que Juliana es una malcriada. ¡Luego los guantes caen y también la ropa! Valentina G!P Está historia no es mía es una adaptación espero lo disfruten.