capitulo 21

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Maratón 3/?

Juliana tomó su vino y observó a Valentina moverse por la cocina con sorprendente y reveladora confianza. Nunca había soñado que Valentina cocinara, pero claramente lo hacía. Y lo disfrutaba también, como lo demostraba muy bien, lo bien que usada la tabla de cortar, la extensa colección de especias y la amplia selección de libros de cocina que vislumbró cuando ella abrió la despensa.

La había llenado de preguntas sobre su comida mientras Val trabajaba, en parte porque estaba fascinada por ésta nueva imagen de ella y en parte porque estaba avergonzada por haberse puesto a llorar en su camiseta.

No debería haberle contado de su familia. No le hacía bien a ninguna, mucho menos a sí misma, y ya era historia antigua. Un poco en carne viva el día de hoy, pero aun así, antigua. Con respecto a las noticias de Renata… Había un millón de maneras más amables con las que ella pudo haber roto con Val. No es que estuviera devastada por la revelación de que Renata no regresaría a casa.

Por otro lado difícilmente compartiría esa reacción con Juls, ¿no? Por lo menos no cuando estaban durmiendo juntas.

Tragó más vino y trató que todo simplemente se fuera. No podía hacer nada sobre el pasado, y no podía hacer nada con respecto a Renata, y tampoco podía retirar las cosas que le había contado.

—Todo estará bien, Juls.

Alzó la mirada y la encontró mirándola fijamente. Tranquilizadoramente. Había escuchado las mismas palabras cientos de veces en el transcurso de los años, pero ganaron un nuevo poder cuando Valentina las dijo. Estaba tan segura. Tan sólida, real y decidida.

Ella asintió, sintiéndose de alguna manera más ligera.

— ¿Por qué no vas al living y pones algo en el estéreo?

Obedientemente recogió su copa y fue a la sala.

—Los CD están en el extremo izquierdo de la librería —gritó.

Los vio y se dirigió hacia ellos. Rápidamente descubrió que su gusto era sorprendentemente ecléctico. Bach y Beethoven, Springsteen y Simon Y Garfunkel, Coldplay y Adele. Sus cejas se elevaron cuando vio un familiar CD amarillo brillante.

— ¿Desde cuándo te gustan los Sex Pistols? —gritó ella.

—Desde que tenía 14 años y estaba rodeada por cabezas rapadas y una juventud furiosa y despojada de sus derechos.

Sonrió para sí cuando sacó el CD y lo metió en el reproductor. No su tradicional comida festiva, pero esto apenas era una celebración tradicional.

Estaba a punto de dirigirse de regreso a la cocina cuando vio una invitación cuidadosamente doblada colocada sobre el mantel. La apertura, los estruendos acordes de “Anarchy in the UK” llenaron la sala en tanto cedía a la curiosidad y se acercaba un paso.

Era una invitación a una cena Equinoccio de Primavera en el Savage Club. Sonrió, sabiendo lo duro que había trabajado Valentina para posicionarse para la membrecía en el exclusivo club. El padre de ella había sido miembro por años y había escuchado suficiente acerca de los estirados tejemanejes de ahí para saber más allá de cualquier duda que ella se aburriría sin sentido por todo ello, pero significaba algo para Valentina. Qué maravilloso que finalmente haya conseguido lo que quería.

Se preguntó indiferente con quién iría. Renata iba a ser difícil de superar por cualquier simple mujer mortal.

Su vientre se apretó cuando pensó en Valentina llevando a otra mujer a una cena de lujo. Se preguntó quién entre sus conocidos sería. ¿Alguien del trabajo, quizás? O tal vez una amiga que podía intervenir para ayudarle.

EL MEJOR DE MIS ERRORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora