capitulo 22

3.5K 322 16
                                    

Maratón 4/?

Las cosas llegaron a un punto donde ella y Valentina decidieron salir a comer para variar un miércoles a la noche cuando febrero daba paso a marzo. Hasta ahora habían limitado sus reuniones a la casa de Val o a la de ella, sobre todo porque era mucho más conveniente tener una puerta cerrada entre ellas y el resto del mundo cuando las cosas se volvían cálidas, como inevitablemente lo hacían, siempre. Pero éste miércoles Valen llegó tarde a casa de la oficina, y Juliana tuvo que acurrucarse en la entrada de su departamento por casi veinte minutos antes de que su coche se detuviera en la acera.

-Lo siento. Tuve una llamada telefónica de uno de los socios sénior justo cuando me estaba dirigiendo a la puerta... -Se apresuró a subir las escaleras a donde ella estaba parada y le tomó las manos, mirando su rostro con preocupación-. Pareces muerta de frío. ¿Tengo qué meterte bajo una ducha caliente?

-Solo si formas parte del trato -dijo, conmovida por su preocupación.

Se dio la vuelta hacia la entrada del edificio, asumiendo que irían adentro, pero Val siguió estando a su espalda.

-Pensé que comeríamos afuera. No tuve oportunidad de ir al supermercado esta noche.

Ella parpadeó, momentáneamente tomada desprevenida por la sugerencia. Como si la idea de salir en público y comer juntas fuera una creación innovadora por la que ella necesitara ser persuadida, en vez de algo que la gente hacía cada día.

- ¿No quieres salir a comer? -preguntó Valen, pareciendo ligeramente desconcertada por su reacción.

-Seguro. Claro. ¿Qué tienes en mente?

-Hay un nuevo lugar Thai sobre la Calle Principal. No lo he probado todavía pero supongo que es bueno.

-Suena perfecto.

La llevó a su coche. Se concentró en ponerse su cinturón de seguridad, todo el tiempo tratando de averiguar por qué se sentía de repente tan desequilibrada. Le tomó un minuto entender que era porque salir a cenar juntas era el tipo de cosas que una pareja normal hacía. Y ella no las consideraba ni normal ni una pareja.

Después de todo, la mayor parte de sus interacciones hasta la fecha habían sido llevadas por una casi compulsiva química sexual, una necesidad de estar desnudas que derrotaba la lógica y la fuerza de voluntad. Había descubierto que realmente Valentina le gustaba, y le hubiera gustado que acostarse con ella hubiera sido un beneficio agradable y secundario de todo ello, pero era innegable que el sexo era lo que los había unido en primer lugar.

- ¿Cómo estuvo tu día? -preguntó Valentina mientras navegaba a través del tráfico de la hora pico.

-Un poco lento. Pero siempre es así a principios de año. Tengo material nuevo llegando al final de la semana y voy a rehacer el escaparate el siguiente lunes. Eso debería generar un poco más de tráfico.

- ¿Qué tienes planeado? Para el escaparate, quiero decir.

La miró, segura de que ella estaba siendo tan solo cortés, pero parecía genuinamente interesada. Así que le contó, describiendo los exhibidores que había estado recogiendo. Continuaron hablando a través de su comida, de su día, del gran caso que tenía por delante y la realidad que Valen tenía la esperanza de asistir a un internacional simposio sobre el fraude fiscal a finales de año. Poco a poco ella se relajó, sintiéndose tonta por su malestar anterior. Al final del día, era una comida.

Alimentos que compartirían en un lugar público. No algo importante. Ni siquiera cerca de serlo.

Valentina insistió en pagar y todavía estaban discutiendo sobre ello cuando salieron a la calle.

EL MEJOR DE MIS ERRORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora