capitulo 24

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Maratón 6/?

Una ola de amor y lujuria ondeó dentro de ella mientras Val desbloqueaba el Jag y sostenía la puerta abierta para ella. Se deslizó dentro, luego esperó impacientemente para que Carvajal caminara hacia el otro lado del auto y se metiera en el asiento del conductor.

Ella deslizó la llave en ignición, pero Juls se estiró y atrapó su brazo antes de que pudiera encender el auto.

—No lo hagas.

Ella la miró, una pregunta en sus ojos.

—Pon tu asiento atrás —dijo ella.

Ella miró por la ventana. Estaba oscuro y desierto en el garaje, pero había un montón de otros coches alrededor.

—Pon tu asiento atrás —dijo otra vez.

Ella tiró de la palanca y el asiento cayó hacia atrás. Juliana alargó la mano hacia la hebilla de su cinturón, deslizándolo libremente con sus impacientes manos. Podía sentir cuán dura estaba Valen cuando bajó la cremallera. Ella hizo un pequeño ruido inarticulado mientras Juls bajaba su cabeza y la tomaba con su boca.

Sabía cómo el calor y piel limpia, y la tomó hasta el final de su garganta, revelando cuán grueso y largo era su polla. Sus manos se deslizaron al cabello de ella mientras ésta comenzaba a trabajarla, su lengua atormentando el sensible glande.

Vació todo su querer y necesidad en el acto, haciendo todo para decirle a Val con sus manos y boca lo importante que era para ella, lo agradecida que estaba por todo lo que ella había hecho esta noche, lo mucho que su sacrificio significaba para ella.

Sintió la tensión creciendo en Val y subió el ritmo, con ganas de darle tanto placer como pudiera. Queriendo enloquecer su mundo.

—Julia… ana —murmuró, su voz entrecortada.

Ella podía sentir lo cerca que Val estaba, podía sentir sus caderas levantarse del asiento mientras sentía la primitiva necesidad de bombear hacia algo. Entonces Valen se estaba viniendo, su cuerpo estremeciéndose por mucho tiempo, acabándose en segundos. Esperó hasta que terminara antes de darle a la cabeza de su hermosa polla una última pesarosa lamida. Levantó su cara para encontrar a Valentina mirándola con pesados párpados.

—No tenías que hacer eso.

—Quería hacerlo. —Demasiado.

—Sabes que me has arruinado para otras mujeres, ¿cierto?

—Ese era el plan.

Val levantó su mano y rozó con sus nudillos a lo largo de la curva de su pecho, su expresión de repente muy seria.

— ¿Qué hice antes de ti, Juls? No puedo recordarlo.

Juliana tomó su mano y volteó la palma hacia ella, presionando un beso en ésta.

Podía recordar su vida antes de que Carvajal se volviera una parte esencial de ella. No quería ir de vuelta ahí.

— ¿Qué harías si te dijera que te amo? —dijo ella en voz baja, su voz apenas arriba de un susurro.

Se sentía como la cosa más valiente que había dicho, pero necesitaba saberlo.

Estaba obsesionada con esta mujer, y razonablemente segura de que el sentimiento era mutuo, pero era tanto lo que la quería, tan perfecta, que no podía creer en ello.

—Diría aleluya, porque soy una loca, loca mona por ti, Juliana Valdés.

—Te amo.

Sus ojos brillaron.

EL MEJOR DE MIS ERRORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora