15. Fuera de los reflectores, parte 1

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Jadeos.

La respiración acelerada de alguien que está huyendo a toda prisa. Ella quiere desaparecer, pero con su brazo herido sabe que eso no es una opción. La carne abierta arde más de lo que quisiera admitir, con dificultad es que logra envainar su varita, es lo único que le queda para defenderse.

Escucha una explosión pasar muy cerca, el rayo disparado por poco pudo hacerla mil pedazos; teme mirar hacia atrás, no desea enfrentar rostros conocidos o distraerse, ¿Quiénes la persiguen? Pensarlo es ridículo, pueden ser magos tenebrosos o de la Orden del Fénix, da igual porque todos quieren verla muerta.

MC sigue avanzando, es muy tarde cuando descubre que su camino ha sido cortado por un precipicio que se alza a gran altura. Traga saliva, al fondo se ve agua, ¿es correcto saltar y esperar que sus huesos sobrevivan el impacto? Mira hacia atrás, ya no queda mucho tiempo.

Pero como ya se ha dicho antes, MC abandonó la historia. Así que poco debería importarnos lo que está por suceder.

En cambio, vamos a trasladarnos a una enorme mansión que ya se ha visitado muchas veces en esta historia. La estructura fue reducida hasta las cenizas, una persona se pasea entre los escombros, intentando encontrar una pista que pueda serle útil para descubrir el paradero de Barnaby Lee, Félix Rosier y MC. Talbott creía interesante ver que huyeron como ratas, ¿por qué no se enfrentaron al ataque? Pudieron pelear de verdad y no sólo asesinar a Alastor, pero sabe bien que aquello fue causa de ese desgraciado Rosier. Otra vez tenía razón, nadie debería confiar en esos magos asesinos.

Ya habían revisado la zona varias veces en el último mes, pero siempre regresaba por alguna que otra razón. Talbott caminó hasta el lugar donde Alastor se desangró hasta morir y fue consumido por las llamas, todavía podía verse cierta mancha de mal color. Cuando el jefe de los cazadores murió, Winger pasó a ocupar su lugar como líder del ejército. Sí, un hombre bastante joven, aunque con el conocimiento que otros anhelaban poseer.

Todo cambió, la administración tuvo que adaptarse a sus nuevas reglas. El juego lo ganan quienes saben mover sus fichas, el ajedrez se trata del sacrificio general para defender una causa común. Sus peones no tienen a nadie más que los guíe en esa guerra que parece perdida, él es quien proveerá esperanza a todo aquel que la necesite. Sólo debe conseguir una reina, por suerte sabe qué ficha debe caer para conseguirla:

Rosier.

Muy lejos de allí, Félix sonreía mientras el niño en su regazo intentaba imitar las palabras que salían de su boca. El mortífago siempre consideró que Barnaby Junior es un niño muy inteligente, incluso más que el promedio. Es un hambriento fanático de la lectura, le interesa aprender cosas nuevas, y espera que todos a su alrededor se sientan orgullosos. Por supuesto, nadie lo presiona para que se supere cada día, el pequeño cree que debe demostrar su valor a su corta edad de infante.

—Un, deux, trois, quatre, cinq, six, sept. —Enunció Félix, señalando el libro de educación infantil frente a él.

—Cinq, six, sept. —Repitió Barnaby Junior.

—Muy bien, Barny.

—Tío, ¿por qué ya no te vistes elegante? —Preguntó el niño, dibujando garabatos alrededor de los números.

—Estoy probando un nuevo estilo. —Mintió Félix; debió adoptar otra vestimenta dado que todos lo conocían por su elegancia y sofisticación, era un poco más seguro salir a la calle vistiendo como un hombre joven cualquiera.

Ya no hay un lugar seguro, él y Barnaby están bajo vigilancia por lo ocurrido en la mansión. Es comprensible, ¿Cómo confiar en dos de los mejores magos tenebrosos cuando las circunstancias de esa batalla y su posterior desaparición traen más dudas que respuestas? Los mortífagos saben que deben mantenerse alertas ante cualquier posible traición, sin importar que el par haya demostrado su valía y respeto a la causa.

Ayúdenme, estoy atrapada en un fanfic de Hogwarts MysteryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora