| Prólogo |

732 79 64
                                    


—Lo haz jodido todo —le reclamé.

—¿Eso crees?

—Lo hiciste. Lo jodiste todo. A ella, a mí, nuestro grupo de amigas, tú...

—¡Yo no hice nada! —la piel de mi nuca se erizo por el grito que salió de sus labios con enojo, apreté los labios.

—Oh claro que lo hiciste. Acabaste con todo. ¡Felicidades! Lograste joderlo todo finalmente.

—No actúes como si hubiera sido mi culpa —gruñó—, ¡Tú también tuviste mucho que ver en este jodido desastre de mierda!

—¿Yo? ¡Yo el único maldito error que cometí fue haberte prestado atención en primer lugar!

—Es muy tarde para arrepentirte.

—¿Crees que no lo sé? ¡No han sabido de ella por horas! ¡Juro que si por tu estupidez le pasó algo yo...!

—¿Qué? ¿Vas a llevarme a la policía? Por Dios, a ellos no les interesará lo que les digas. Odian el maldito drama adolescente.

—¿Estás admitiendo que sabes en donde está?

—Estoy diciendo que seguro está teniendo sexo con algun idiota que conoció la semana pasada. Así es ella, estará bien.

—¿Al menos te escuchas? ¡Fue tu mejor amiga, joder! ¡Tu novia!

—Ella jamás fue nada mío.

—¡Oh claro! —bufé, no podía creerlo. Juraba que lo conocía, ya no—. Eso es lo mejor que sabes hacer. Negar las cosas como un jodido cobarde.

—¡No me hables así! —bramó estampándome contra la pared—, La única que en algún momento significó algo para mí fuiste tú. ¡Lo sabes! ¡Ella no fue nada!

—Claro —solté con sarcasmo—, ¡Por eso cada que te hartabas de mí corrías a sus jodidos brazos!

El silencio reino entre nosotros. Nuestras respiraciones agitadas en el enojo de la discusión. Esos ojos cafés que en algún momento me miraron con amor ahora solo destilaban una cosa: desprecio.

—Maldigo el jodido día en qué decidí fijarme en ti —escupí con asco.

—Lo mismo digo, reina.

Mi boca se secó al escuchar el odioso apodo que me decía cuando estábamos juntos. Apreté los dientes sin poder contenerme.

Todo rastro de afección, atracción, sentimiento o emoción se fue. Todo se había ido.

Me había roto.

Me había dejado jodida, y no mostraba remordimiento alguno por ello.

—Te diré una cosa, Danny —susurró demasiado cerca de mi rostro, aprete la mandíbula pero no le respondí—, Eres la única chica de la que alguna vez me enamoré. Y mira como me salió, completamente jodido. No creas que después de esto tengo algún tipo de interés en separarnos o una mierda así, porque no me he jodido para tener esto y que ahora por mierdas de los demás lo tiremos a la basura.

Iba a responderle, iba a decirle que todo era su culpa. Que el había causado esto y...

Abrió la maldita boca y hizo lo que mejor sabía hacer: engatusarme el oído.

—Pero por más mierda que pase entre nosotros no puedo sacarte de mi maldita cabeza. Y eso está volviéndome jodidamente loco.

Rechiné los dientes. ¿Que si me había derretido por completo por dentro? Sí. ¿El temblor en mis piernas se debía a su cercanía? También.

Pero había tomado una decisión. Esto, tenía que acabarse. Aquí y ahora.

—¿Crees que con esa estupida frase harás que caiga de nuevo como la estupida que era?

Su respuesta fue rápida y clara.

—No. Pero estoy seguro de una cosa Daniela. Y es que... Tú estás tan jodida como yo lo estoy contigo.

—Eso no es...

—Oh, si lo es Daniela. Estás muy jodida. Y ¿sabes porque? Porque por más sufrimiento que haya de por medio, esto quedará grabado aquí —su mano toco mi sien tensándome—, Por siempre.

—¿Por siempre dices? —me burlé.

—Si reina, porque por más que quieras olvidarte de lo qué pasó entre nosotros no podrás. Porque estará ahí por siempre y también, acá —su dedo toco en el area de mi corazón poniéndome los nervios al tope.

Saqué su mano con desprecio y lo empujé obligándolo a soltarme.

—Pues entonces, espero que disfrutes de saber que te odio Jaden White. Por siempre.

—Por siempre, Daniela Black.

Forever | Libro I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora