9: Amar

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Un ataque de pánico es definido como un episodio repentino de miedo o ansiedad intensa, síntomas físico, basado en un peligro aparente o inminente.

Algunos de sus síntomas son la respiración acelerada, los latidos del corazón fuertes o acelerados, sudor excesivo, escalofríos, temblores, problemas respiratorios, debilidad o mareos, hormigueo o entumecimiento de las manos, dolor en el pecho, dolor de estómago y náuseas.

Un ataque de pánico es más grave que un ataque de ansiedad. Aunque ambos poseen prácticamente los mismos síntomas, el ataque de pánico es peor pues la persona que lo sufre tiende a creer rotundamente que va a morir.

Álvaro había tenido un ataque de pánico. Y nadie lo sabía, excepto yo.

Cuando salí corriendo del salón como una demente todos se quedaron viéndome con preocupación. Pero eso no me importó y tampoco me detuvo. Seguí corriendo hasta llegar al otro edificio, cruce el pasillo y entré en el baño de chicos sin siquiera importarme si había alguien más ahí.

Había sucedido en el período de la tarde, una hora antes de ir a casa.

Mi corazón latía con rapidez, sentía la sangre de mi cuerpo corriendo por mis venas con rapidez. Estaba asustada, nerviosa y muy preocupada.

Pase la mirada por todo el lugar buscando esos rulos rubios en algún lado. Pensé que no estaba, que se había ido, que no estaba aquí.

Pero entonces...

—¡Danny! —lloriqueó.

Mi corazón se apretujó al escucharlo de tal manera. Indefenso, lastimero, desprotegido...

—Álvaro —murmure abriendo la puerta del baño, el cubículo estaba vacío, con el sentado en el suelo, abrazando sus piernas con el cuerpo entero temblándole.

—Danny, ayúdame —pidió—. Danny, ayúdame.

—Estoy aquí —me acerqué, arrodillándome delante de él.

—Danny tengo miedo, tengo mucho miedo.

—Lo sé, lo sé.

—Por favor no te vayas, no me dejes. Tú no —murmuró viéndome.

Sus ojos me observaban con el terror decorándolos. Lucía han asustado que ya me estaba poniendo igual o peor a mí. No sabía que hacer. No tenía ni idea.

Jamás había pasado por algo igual, no sabía cómo calmarlo no tenía...

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando su mano me tomó del brazo y tiro de mi con rapidez. Su cuerpo y el mío se apegaron, el calor instantáneamente corriendo por mi piel. Sus manos me rodearon por la cintura y se callaron ahí, sosteniéndome sobre su regazo. Mi corazón estaba por salírseme del pecho.

Lo miré con precaución y vi como me abrazó con suavidad. Sus manos temblándole en el proceso. Sin saber que hacer, mi mano fue a parar a su cabello y empezando una caricia suave ahí.

Sentí como se relajó, su respiración se fue calmando y su pulso se regularizó conmigo sobre el.

—Nunca me iré. ¿Me escuchas? Yo siempre estaré aquí.

—No sé que haría sin ti, Daniela —murmuró con los ojos cerrados y recostado de la pared.

—Tampoco vas a averiguarlo.

El tiempo que estuvimos así ni siquiera lo conté. Simplemente sé que estuvimos un tiempo así. Con el abrazándome y yo sentada sobre su regazo acariciándole el cabello en un intento de calmarlo. Cuando ya estuvo mejor, me puse de pie yendo a lavarme las manos. El hizo lo mismo y se permitió lavarse la cara con agua refrescándose. Suspiré cuando se giró y me miró, la mirada de nervio en sus ojos.

Forever | Libro I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora