12: Ocultaban

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Cuando conocí a fondo lo que eran los ataques de ansiedad, me deje llevar y conocí todo lo que podía hacer para calmarlos. Principalmente porque Álvaro los tenía cada dos por tres. Para mí, era la mejora manera de ayudarle.

Con el tiempo me acostumbre a ser su salvavidas. Pero un día, eso dejó de ser así, y es que Vanessa le ayudó de maneras en las que yo jamás podría. Ella lo amaba, y cuando supo la verdad lo siguió amando incluso más fuerte que antes.

De Jaden seguía sin saber nada, lo único que tenía en la cabeza era averiguar que carajos estaba pasándole. Y eso haría. Con ayuda, obviamente.

—Esto es muy ridiculo —se quejó Ileane. 

—Cállate, aceptaste ayudar así que ahora no te estes quejando.

—¿Ayudar? Chica, discúlpame, pero estamos acosando a un jodido tío. Créeme, no es simplemente ayudar es...

—No estamos acosando. Estamos observando por donde va. A donde irá.

—Ya, y eso no es acosar —ironizó.

—¿Y que quieres? ¿Qué no me enteré de nada? —bufé—, Estoy segura que algo le sucede y pretendo averiguarlo.

—Eso no es mi problema. Es su secreto, y solo él debe decirte. Te estás apresurando al intentar averiguarlo todo por tu cuenta. ¿Qué tal si el chaval quiere contártelo luego? Le arruinas los planes. 

—A veces odio tu lado de buena moral.

—Lo sé.

—¡Ahí está!

El pulso se me aceleró con rapidez, verle de nuevo directamente después de varios días se sentía raro pero era necesario. A mi lado, Ileane soltó un suspiro y negó.

Había decidido arrastrarla a esto porque... Siendo honesta no tenía otro jodido plan. Para mí, Ileane era mi lado seguro. Siempre hemos sido cercanas, podría decir que es la hermana que jamás tendré, y aprecio mucho que esté ahí siempre. Pero también, es lo más brusco qué hay en el mundo. Literalmente.

—Yo me voy a ir de aquí —farfulló. 

—¿Vas a dejarme sola?

—Daniela, si nos atrapa la policía nos meteremos en muchos problemas. ¿Entiendes? Y yo lo siento, pero no puedo irme presa. Mis padres primero me dejan viviendo en la cárcel antes de pagar la fianza.

En eso tenía razón.

—De acuerdo, vete entonces. ¿Qué hago cuando me quiera ir? ¿Llamó un Uber o...?

—No seas ridícula, vinimos en la bestia negra, regresaremos en ella. Te esperaré allá, en la camioneta.

A veces olvidaba que su padre había apodado su camioneta de esa manera. Y es que Ileane y yo nos criamos a lo lejos de la ciudad, bastante a lo lejos. Diría yo que sumamente lejos. El campo era nuestro sitio seguro, allá me sentía en confianza y más que nada en casa. La tranquilidad de mi casa en el campo jamás se acercaría a la ruidosa ciudad.

Y sin más que decir, allí me había quedado, sola mirando como una completa loca hacía un chaval que estaba entrando a un edificio de...

¿Qué mierda es esta?

Todo comentario o pensamiento malicioso desapareció de mi cabeza en segundos. Si tan solo había pensado en que quizá estaba viendo a alguien más, o que incluso estaba saliendo con alguien y estaba enamorándose pero...

Joder, esto jamás me lo imaginé.

Mis piernas tomaron acto propio comenzando a caminar en dirección a la reciente puerta por donde había cruzado él. Con el corazón en la garganta, la respiración cortándose por los nervios, el pánico a que algo realmente malo le esté pasando, todo junto fue...

Forever | Libro I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora