22: Dinero

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Vanessa ya no me hablaba. Al menos, no directamente.

Estábamos molestas la una con la otra, y con todo el sentido del mundo. Ella había escogido bando, había escogido a Selene. Y con eso, todo lo demás se fue por el caño.

Álvaro me hablaba, no como antes, pero manteníamos contacto. Aunque, con Vanessa cerca era muy poco lo que se interactúaba entre nosotros. Jaden y yo llevábamos ya tres semanas así. Estábamos bien, juntos, siéndonos honestos el uno al otro, y tratando de mantener nuestra relación.

Mamá estaba al tanto, e incluso le conocío hace poco. Dice que no parece ser un chico malo, pero que de igual manera debo tener cuidado. Con papá no hablaba del tema, aunque probablemete ya se hacía de una idea.

Estuve un tiempo pensando en contarle sobre aquello. Decirle que estaba enamorada, que quería que se conocieran y que para mí era importante.

Pero...

Cambié de idea cuando una noche encontré a papá en su habitación fumándose un porro y con una bolsa de basura repleta de dinero.

Sus ojos me miraron a la lejanía, y sin esfuerzo alguno en intentar esconder aquello, soltó el humo del porro viéndome.

La piel de mi nuca se erizó en un mal presentimiento.

—¿Qué es eso?

—Dinero.

Aquella respuesta tan simple me hizo querer vomitar. El desinterés en sus palabras era catastrófico.

—¿De dónde lo sacaste?

—¿De dónde crees? —soltó—, Unas personas me debían dinero y me pagaron hoy.

—Christian —soltó mamá en advertencia, papá ni se inmutó.

—¿Te debían dinero? ¿De qué hablas, tú...?

—Daniela, basta de preguntas. Hablaremos después —respondió mamá, cortando la conversación.

—Carla —la llamó papá, ella lo miró de reojo—, Cierra la puerta.

Mamá ni se inmutó, le hizo caso sin siquiera rechistar y cerró la puerta en mis narices. Salí del corredor sintiendo mi corazón ir desbocado en mi pecho.

[...]

—¿Te sientes mejor?

Miré de reojo a mamá, y aparté la mirada centrándome en la vista que tenía delante de mí. Las luces de la ciudad brillaban en la oscuridad de la noche.

Esa era una de las ventajas de vivir alejada de la ciudad, tenía más paz que en cualquier otro lado, aunque mi familia se propusiera arruinármela siempre que podían.

—¿Cómo van las cosas con Jaden?

—Bien.

Ella soltó un suspiro, recostándose del barandal a mi lado.

—¿Vanessa y tú ya son amigas de nuevo?

—Vanessa escogió a Selene, mamá.

—Eso está mal de parte de las dos, aquí nadie tenía que acoger bando. No es una ridícula película adolescente, son lo suficientemente maduras como para hablarlo.

—Vanessa no piensa eso, mamá.

Un silencio pequeño nos llenó, entonces supe que mamá hablaría sobre lo que papá me había dicho hace rato. No necesitaba escuchar nada, no quería.

¿Qué persona quiere saber la clase de mentira en la que vivíó siempre?

Mi papá siempre fue mi principe azul, eso es la verdad. Pero a lo largo del tiempo, mientras fui creciendo me empezó a decepcionar. Esperaba más de él que de nadie, incluso que mamá. Así que, cuando me dejaba plantada cuando me prometía ir a los helados, cuando a penas y hablábamos, cuando solo teníamos conversaciones sobre él y sus cosas, cuando empezó a comportarse más amargamente, me rendí. Mi papá dejó de ser mi héroe para convertirse en un personaje más en la historia.

—Tú papá y yo nos conocimos en el autobús. ¿Recuerdas esa historia?

Relamí mis labios y asentí.

—Tú ibas camino a la casa de la abuela, y él subió al autobus y empezó a decirte payasadas todo el camino.

—Desde el momento en que lo vi me llamó la atención —admitió—, Yo tenía novio, y aún así caí por tu padre. Siempre dijo que cuando me vió sintió que era amor a primera vista.

—Mamá, no necesito escuchar...

—Tú papá no venía de una familia adinerada y de poder. Se crió en un barrio no muy bueno de la ciudad que en ese entonces, era la cuna de los principales delincuentes de la ciudad —ella tomó aire, como si le costara contarme la historia—, No es un mal tipo, definitivamente no lo es. Tuvo que sobrevivir por su cuenta. Tu abuela y tu abuelo no le dieron nada, ni siquiera lo ayudaron. Cuando conocí a tu padre ni siquiera estaba estudiando, él se había ido a trabajar desde muy joven.

—¿A qué quieres llegar con esto?

—Nosotros cometimos errores, Daniela. ¿Crees que mi sueño ideal fue tenerte a los dieciocho? No. Yo estaba estudiando, quería una carrera, quería ser más. Pero, llegaste tú y nos revolviste la vida.

—Gracias por recordarme que te jodí la vida...

—No me la jodiste —gruñó—, Me la cambiaste. Y gracias a eso, tu padre y yo tuvimos que salir adelante solos.

—Pero, ¿La abuela no te...?

—Tu abuela me hechó de la casa al instante en que se enteró que estaba embarazada —me interrumpió—, Nos tocó madurar y olvidarnos de lo que soñábamos los dos porque teníamos una responsabilidad mayor que atender.

No le respondí, no quería. Sabía lo que diría después. Sería lo mismo de siempre. Iba a darme el monólogo de los sobrevivientes y después justificaría todo con ello. Su respuesta siempre era la misma: Estamos evitando que cometas los mismos errores que nosotros.

—Tu padre empezó a vender unas cosas que... Nos ayudaron a salir adelante. Sin esos sacrificios no estaríamos donde ahora estamos.

—¿Droga?

Ella no respondió.

—No te metas en los asuntos de tu padre. Él sabe lo que es correcto, y está consciente de lo que hace por nosotras.

No le respondí. Ella se alejó de mí, dejándome sola nuevamente.

¿Lo que hace por nosotras?

Papá tiene un trabajo estable. No tiene la necesidad de vender droga o lo que sea que esté haciendo para mantenernos.

Si lo sigue haciendo, es por... Gusto.  

¿Acaso se sentía poderoso por lidiar con esas cosas?

No lo sabía. Pero de lo que sí estaba consciente es que papá no es alguien que se junte con la gente apropiada. Y definitivamente no quería que me involucrase en ello.

Forever | Libro I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora