Capítulo 30

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El gran reloj del terminal marcaba las veintitrés horas y tantos minutos cuando bajó del autobús. La gran torre y las majestuosas manecillas fueron la primera vista que obtuvo de Daegu; la siguiente fue Taehyun. Estaba ahí, a un par de metros de distancia observándole con una amplia sonrisa. Sonrió también, una mezcla especial de nervios, ansiedad y sorpresa preparándose en su estómago.

Recibió la maleta que el auxiliar de viaje extendió hacia él y se apresuró a acortar la distancia. Mucha gente se interponía entre ambos, abrazándose con los demás recién llegados. Por un segundo, el agarre en su equipaje se debilitó, preparándose para dejarlo caer en cuanto la distancia fuera escasa y no le molestara para darle un abrazo, mas reafirmó su mano y bajó el ritmo de sus pasos.

Tal vez eso era demasiado.

En un par de segundos sus rostros estaban frente a frente, Taehyun aún tan sonriente como en su bajada y Beom más nervioso que nunca. Ni siquiera sabía cómo debía saludarlo. Una reverencia sería demasiado formal, un simple saludo de manos demasiado frío y un abrazo, desde luego, sería demasiado cálido.

Se distrajo en su cabello, ahora negro y con ciertos recortes no tan notorios, pero que no podían pasar desapercibidos bajo sus nervios. Sonrió ligeramente, buscando palabras para decir 'tu cabello negro se ve bien' sin decir exactamente 'tu cabello negro se ve bien'.

Taehyun pareció comprender toda la situación, la pequeña crisis que tenía hecho un desastre a Beom y, fuera de todo pronóstico y opción, lo abrazó, incluso más fuerte que durante la despedida de la semana ya pasada. El viento frío que golpeaba en la noche ya no lo sentía, sólo su corazón saltándose un latido y acelerando su velocidad al máximo antes de alcanzar un punto autodestructivo.

— Aún no puedo creer que estés aquí.

Sus palabras le sorprendieron, obligándole a recuperar su respiración para contestar.

— Te envié una foto del boleto, ¿cómo es posible que no me creyeras?

— Es difícil hacerlo cuando por fin conoces la vida universitaria. — el pelinegro tomó distancia, su sonrisa amplia y sus ojos brillantes bajo los faroles. Se apresuró a tomar el equipaje en su mano izquierda, dejando la diestra libre para tomar la ajena.

Le sonrió un poquito antes de comenzar a caminar y contarle lleno de emoción sobre su universidad, clases y compañeros.

Beomgyu sentía que eran demasiados golpes inesperados; el abrazo, sus dedos entrelazados, que incluso llevara su maleta y, por sobre todo, la increíble euforia que emanaba por cada poro de su cuerpo. Realmente pensó que, cuando llegara, otro nivel de incomodidad nunca antes vivido los sumergiría. Nunca imaginó algo como eso.

Pero si hubiera sabido que Tae estaría tan feliz por su visita, lo habría hecho hace mucho tiempo.

erumpere ⇢ 𝒕𝒂𝒆𝒈𝒚𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora